Page 98 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Representación de la ciudad del Cuzco
pueblos, en los parajes que los asignaron, por la indiferencia de la llegada del
Obispo; y hubo algunos curas que consumieron y perdieron sus bastimentas,
y costearon segunda prevencion; y uno de dichos curas con la variedad del
temperamento cogió unas tercianas, de que murió, sin embargo de las precau-
ciones que le dió su comodidad; y ¡cuánto más expuestos van los pobres, que
no tienen más que miseria!
139. Si se considera lo que es el tránsito de los caminos públicos, se
verá que no son precisos estos gastos para que los transiten cómodamente los
obispos; pues cuando no se hospedan en poblados ó ventas, que llaman tam-
bos, pudieran suplir con las carpas la falta de habitaciones, donde quisiesen
dimidir las jornadas; que no son éstas de ménos reparo á las inclemencias que
las barracas o raindas que hacen inútilmente los curas a costa de tanto gasto
y pension, ni faltan en los poblados del tránsito los bastimentos necesarios de
que proveerse para llevarlos, para la mayor decencia de su persona y familia;
así como los encuentran y conduce todo pasajero, áun sin las posibilidades
que tienen los obispos; pero intentar el ostentar contra tantos perjuicios de
curas y pueblos enteros, no es otra cosa que entrar arruinándolos el mismo
que debe ser su reparador; ni puede ser excusa la escasez de plata, porque el
presente Obispo, además de tenerla por su patrimonio, ántes de salir de Gua-
manga cogió, solamente de cuartas, más de 60.000 pesos.
140. Poco hicieron los curas con proveerse de bastimentas y rega-
los para los hospicios y con gravar tan excesivamente á sus pueblos, si no se
previniesen de correspondientes cocineros, que no siendo fácil hallarlos, se
valen de las mujeres que pueden suplir esta falta, y éstas son conducidas á los
parajes, con otras que les ayuden, y en el mucho número de gente que concu-
rre es preciso se vean excesos que motiva la ocasion; esto es, cuando las tales
mujeres no vayan por otro término indecente en la compañía de los curas,
pues no falta ejemplar de que habiendo una desempeñado más cumplidamen-
te el obsequio de viandas á un obispo, alabó éste al cura la buena sazon de la
cocinera, y se la hizo presentar para que la conociese, sin recatarle la mayor
conexion que con ella tenía el cura.
141. Una de las primeras prevenciones para estos hospicios son las
barajas y dados, á que son generalmente inclinados los curas, y mucho más
los familiares de los obispos, entre quienes son admirables estas que llaman
diversiones, y se extienden a quitarse unos á otros el dinero, y lo que granjean
y usurpan; y de aquí resultan una infinidad de malísimas consecuencias, que
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