Page 95 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            llevó un cura con públicos aparatos a su pueblo a una mujer ramera, y para
            entrar en él convidó su ayudante a todos los habitantes de su feligresía, para
            que hicieran solemne el recibimiento, colgando las calles y poniendo arcos en
            ellas, como lo hicieron, de que tuvo noticia el Obispo, y habiendo éste intenta-
            do castigar este delito por el interes que le traería, ocurrió el cura con sus obse-
            quios, con que no sólo consiguió mitigarle, sino que publicase el prelado ser el
            cura de muy arregladas costumbres, y se hizo defensor del desacato; y habién-
            dose bajado a curarse del mal gálico a esta ciudad, cuando le pidió licencia se
            la concedió, diciendo que no se curase en casa de su amiga, con lo que dió el
            escandaloso testimonio de no ignorar que la tenía y lo toleraba, abriendo cam-
            po á que otros curas vivan en la capital en las propias casas de sus mancebas
            años enteros sin ir á sus doctrinas. En el curato nombrado Puno, cercano á
            Potosí, se estableció un derecho nombrado insa, que se reducia a pagar al cura
            dos pesos cada año toda mujer que pariera, fuese casada o soltera, hasta la
            muerte, lo que se quitó ahora tres años; pero ha quedado en él establecido
            que lleven de los anejos y Aillos 17 Santos Cristos para la Semana Santa, y por
            cada uno le han de dar al cura lo que ménos 12 pesos, y si no se le contribuyen,
            ponen preso al Santo Cristo, hasta que le rescatan, que lo hacen con precision,
            por no dejar los indios la efigie de su anejo ó Aillo.
                    133.  Así como son laudables los curas ajustados y celosos, y de su
            ejemplo resultan imponderables bienes, que no es dudable los hay en algu-
            nas doctrinas y pueblos, son por el contrario vituperables los malos curas, de
            cuyas perversas operaciones toman idea para su imitacion los súbditos con
            interminable copia de males; inclúyense en el número de unos y otros algunos
            curas regulares que viéndose libres de la vida claustral, se despachan por sí y
            por los compañeros que les asisten, formando en los pueblos de su residencia
            unos pequeños conventos de total libertad, adonde se acogen los que huyen
            de la observancia religiosa, y se obligan a contribuciones exorbitantes á sus
            prelados para el permiso, que no las pueden conseguir sin un manejo contra-
            rio á su estado y enteramente tirano y en perjuicio de los indios, quienes con
            los españoles y mestizos conocen bien los malos y buenos corregidores, y lo
            mismo de sus curas, como lo son muy ejemplares en este obispado el Dr. D.
            Manuel Arroyo, cura de Checasupa; quienes ademas de su caritativo y grande
            celo en la asistencia y educacion a los pobres y feligreses, no lo han sido ménos
            en mirar el beneficio espiritual de Bulbas, dando á uno de nosotros, que lo es
            D. Gregorio de Viana, una razon de su doctrina con arreglo a lo mandado, que



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