Page 700 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Oficio de visita de Jorge de Escobedo
minas ó sus cercanías, y que siendo la mano de sus amos la única por donde
pueden proveerse, les falta la eleccion y se sujetan á sufrir mil necesidades ó
vejaciones que hacen más penosa la faena de las minas, y mejor el número de
los que buscan su vida es este trabajo.
El minero se queja de la falta de gente, y aunque en lo general es cierto
que ésta escasea, y que toda es inclinada al ocio, floja y propensa al fraude,
con que gustosamente se deja empeñar en lo que no hace ánimo de pagar,
tambien es constante que si viera el fruto de sus sudores en plata y sin ridí-
culas economías, tendria un estímulo que le avivase la plantificacion; y á este
fin he dirigido no pocas providencias, pero con la desgracia inevitable de que
se malogren, tanto por la situacion de los minerales, cuya distancia y demas
circunstancias, que ya apunté, las hacen ilusorias á falta de jueces que celen
su observancia, como porque la misma pobreza de los mineros y sus escasas
facultades les imposibilitan para pagar bien y pronto á los trabajadores, y les
hacen empeñarlos con las especies que les franquean, buscado en ellas una
tirana ganancia con que sostener el trabajo mismo de las minas.
Esta pobreza general de los mineros es su mayor enemigo, porque im-
posibilita el premio de los trabajadores, y todos aquellos grandes proyectos
de desagües, socavones y demas obras costosas en que consisten la riqueza
y permanencia de las minas, y no hay que pensar que el comercio ocurra al
reparo de este daño, porque á excepcion del acero, fierro y algunas ropas que
de fiadas nunca hará las habilitaciones que eran precisas en dinero, así porque
desconfía de un ejercicio que hasta ahora se ha tenido por falaz, poco agra-
decido y propio de gentes quebradas ó perdidas, como porque para franquear
dinero, es necesario lo haya sobrante, y estamos viendo la falta de caudales, y
que los pocos que hay no paran en poder de los comerciantes por la necesidad
de cubrir sus negociaciones, de modo que el mercader de Lima, reconvenido
del de Cádiz, estrecha al de la sierra, y ni éste ni aquél tienen hueco en que
fiar caudales, y así todo es pobreza, y lo será cada dia mayor en este vireinato,
por lo que decae su giro del Cabo de Hornos con el otro ménos arriesgado y
costoso de Buenos Aires, y áun en esta capital, si llega á estar sobrante el di-
nero, presumo serán pocas las empresas que se faciliten de minería, porque su
distancia de la sierra, donde se conoce esta riqueza y trabajo, les hará despre-
ciarlo y aumentará la desconfianza para fomentarlo.
Conociendo yo este sustancial principio del atraso y decadencia de
la minería del Perú, he deseado el establecimiento de bancos, en que la Real
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