Page 608 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
un dicterio. Para que otra vez sea menos arrojado y dirija con más acierto la
pluma le advertí los más remarcables del primero en mi respuesta de f... y por
ella comprenderá también Vuestra Señoría Ilustrísima la moderación con que
le contesté, no obstante reconocer tan vilipendiada la autoridad del Juzgado,
tan ofendido mi honor, y tan ultrajada mi persona».
«El asienta con un magisterio extraordinario que he pisado la respe-
table autoridad eclesiástica; y poco más pudiera decir el más protervo here-
siarca».
«El me sindica de iracundo y enemigo suyo, y jamás lo he tratado ni
por escrito hasta ahora. El me pone repetidamente la nota de insagaz e igno-
rante, y nunca le he pedido consejo para desempeñar mis deberes. Y él final-
mente (entre sus muchas ficciones) quiere persuadir que pretendo hacerme
juez de Vuestra Señoría Ilustrísima, siendo así que hace más de tres años que
como el más fiel hijo de la Iglesia le he venerado y venero como a mi dignísi-
mo Prelado. Y si preguntamos al Doctor Puente el motivo que ha tenido para
denigrarme con estos escandalosos dicterios, aunque piensa que lo sabe todo,
yo aseguro a Vuestra Señoría Ilustrísima que no sabrá responder, si lo ha de
hacer como debe; porque no ha intervenido más antecedente que haber de-
fendido yo la Jurisdicción Real con sujeción a las leyes, como estaba obligado.
El llama provocación a mis cartas; pero será sin duda por estar concebidas con
la serenidad que deben tratarse los asuntos de oficio, y también acaso por que
dudé de su Comisión; mas ¿quién ignora que los papeles de esta clase deben
dirigirse llenos de circunspección aún entre los mayores amigos?, ni tampoco
que todos los jueces delegados, según la Ley 1a Título 29, partida 7, deben
manifestar los despachos que los autoricen para ser tenidos por tales, y con
mayor razón para impartirles auxilios? Pues si el Doctor Puente no lo sabe, es
menester que se confiese muy falto de historia, y muy ignorante del Derecho,
porque apenas hay pendolista que no lo sepa».
«Al segundo y tercer oficio no le contesté pareciéndome indigno de
respuesta; y él habrá discurrido que no lo hago convencido de sus razones.
Pero séame permitido decir algo acerca de ellos ante Vuestra Señoría Ilus-
trísima, para que sepa el Señor Cura de Coporaque que el pendolista más
ignorante es capaz de ponerle la cartilla en la mano sobre competencias de ju-
risdicción; de enmendar su fastidioso pedante estilo; de convencer por falsos
la mayor parte de los supuestos que aglomera; y en una palabra de hacer frente
al desconcertado torbellino de sus discursos e inciertas consecuencias».
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