Page 545 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            Reverendo Obispo ni cuantos eclesiásticos patricios hay en el Reino (excep-
            ción de algunos pocos) son ni serán jamás buenos vasallos de nuestro Monar-
            ca. Y si no examínese la sumaria de f... , Cuaderno 9, por la cual se convence
            la perniciosa opinión en que viven y defienden de que su legítimo Soberano
            inmediato es el Obispo y mediato al Papa.  Con estas ideas y perniciosas im-
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            presiones se ordenan cuantos quieren, sin consultar su calidad, su vocación, ni
            su idoneidad, conducidos únicamente del espíritu de codicia, viendo que no
            hay negociación menos trabajosa ni más útil que la que hoy se hace en los alta-
            res sagrados del Perú. Por una reflexión incontestable lo voy a hacer patente a
            Vuestra Alteza. Apenas hay curato que tenga de sínodo mil y doscientos pesos;
            y según las leyes y ordenanzas de estos Reinos, les es prohibido a los párrocos
            exigir cantidad alguna a los indios por el desempeño de las funciones de su
            ministerio, que están obligados a hacerla graciosamente. No hay doctrina en
            la provincia de Tinta que baje de cinco mil pesos anuales; y la de Sicuani por
            confesión de su Cura actual ha habido año que le ha rendido veinte mil; de
            donde se infiere que infringiendo las leyes y ordenanzas, con pretextos de ob-
            venciones y derechos parroquiales, hacen aquí los eclesiásticos un comercio
            el más lucroso, sacrificando a los miserables indios  según lo comprueba el
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            testimonio N° 5, y lo que contiene el cuaderno 9, sobre derechos obvenciales
            de Pichigua y de Coporaque.
                    92.-Por otra parte, parece, Señor, que no ha llegado aquí la disciplina
            eclesiástica, porque de otro modo, ¿cómo era posible que se remitiesen tan
            cuantiosos caudales a Europa  para las negociaciones de prebendas y mitras,
            y mucho menos que este Reverendo Obispo vociferara, como lo ha hecho pú-
            blicamente, que le costó ochenta mil pesos la que obtiene?; si tuvieran estos
            eclesiásticos idea cabal del recato a que está sujeta la más disimulada simonía,
            ¿cómo era  posible que  se  viera con tanto  escándalo un  libertinaje  tan
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            33. Así consta probado por una sumaria de seis testigos que declararon ante el Corregidor de Tinta Don Antonio de Arriaga; los cuales
            oyeron defender públicamente la proposición a los eclesiásticos Don Marcos Palomino, Don Clemente Henríquez y Don Feliciano
            Pacheco. [nota del autor]
            34. Esta reflexión es ciertísima; y a mí me ha parecida añadir a ella, que es aún más perjudicial a estos naturales la contribución de
            obvenciones que el reparto de los corregidores. El Cura por un entierro le quita al miserable indio cuanto tiene; y, no contento con
            eso, le hace su tributario para lo sucesivo, con el estipendio de sufragios que le obliga a costear por sus deudos anualmente. El Cura
            precisa a los indios a ser alféreces en sus fiestas parroquiales; y por sólo la despreciable vanidad de llevar una bandera en la procesión,
            les arranca ganados, plata y otros donativos. Y el Cura, finalmente, sobre no darles jamás cosa alguna a sus feligreses, nunca les paga el
            servicio que le hacen. Al contrario el Corregidor (excluyendo aquellos notoriamente tiranos) en el reparto le daba al indio ropa para su
            vestuario, fierro para los instrumentos de su labranza, y mulas para su comercio. con otras especies útiles que, aunque fuesen a precio
            subido, se verificaba que le daban algo; y a los dos años, regularmente, quedaba fuera de la deuda el Corregidor; lo que no se verifica
            con los curas que siempre están disfrutando a sus feligreses hasta morir, y entonces más que nunca. [nota del autor]


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