Page 543 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
particulares, y por eso sufrió éste la muerte más dolorosa, de que se siguió la
profanación sacrílega de los templos santos del Señor; la desolación de tantas
Provincias; la efusión de arroyos de sangre; la ejecución de abominaciones
que apenas tienen ejemplar en la plana de la Historia; la pérdida de más de
cincuenta mil tributarios; y la disipación del Real Erario con la ruina universal
del Reino: luego sois reos ante Dios de la sangre de Don Antonio de Arriaga y
de todos esos execrables delitos; y ante vuestro Soberano responsables de tan-
tos pueblos, vasallos y caudales como ha perdido por culpa vuestra. Y siendo
esto así, no es de extrañar que vuestro Virrey y Visitador General procuren
apartarme de su presencia, porque no es posible logre tranquilidad su corazón
teniéndome a la vista.
89.-Lo expuesto parece, Señor, bastante para que se estimen por jus-
tos y prudentes nuestros recelos por ahora, acerca de las actuaciones del Vi-
sitador General; pues con tales antecedentes sólo un insensato pudiera estar
satisfecho de ellas. Yo tengo además motivos positivos para conceptuar a este
autorizado ministro, sino enemigo, a lo menos muy desafecto de Don Antonio
de Arriaga. Todo el mundo sabe, que después de haber sorprendido el Caci-
que Rebelde José Gabriel Túpac Amaru a mi tío con la más alevosa cautela, le
robó sobre veinte y dos mil pesos en moneda; una gran vajilla de plata; mu-
chas alhajas y tejos de oro; y un equipaje precioso, que considerado todo, pru-
dencialmente, importa más de cincuenta mil pesos. Arriaga debía diez y seis
mil por el tercio de tributos de San Juan de 1780, que no pudo cobrar por ha-
berlo tenido esta Curia Episcopal más de dos meses separado de la Provincia,
y ligado con las injustas censuras; y no obstante sus continuos clamores a los
Tribunales, representándoles este grave perjuicio del Rey, y otros, según acre-
ditan los documentos que acompañan, y señaladamente el N 9; sin acordarse
ahora de su negligencia en dispensarle auxilios, ni de que en lugar de éstos le
dispararon apercibimientos; y sin considerar tampoco el modo miserable con
que le quitaron un tan crecido caudal, y la vida, se ha librado embargo contra
los pocos bienes que se han recogido de mi tío, y contra algunas dependencias
que tenía. Los Corregidores siempre se han reputado unos meros depositarios
o conductores de los Reales intereses; y los conductores o depositarios no son
responsables a las pérdidas procedentes de casos fortuitos y miserables, según
derecho, como sabe Vuestra Alteza. Pero parece, Señor, que al paso que no ha
podido ser más lamentable la tragedia de Arriaga, se quieren tratar sus asun-
tos, sin equidad ni compasión, procediendo en ellos como si hubiera sido el
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