Page 171 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
vió con honor el sargento mayor D. Francisco Celorio en todos los sucesos de
esta guerra. Llamó al mismo tiempo de la provincia de Cotabambas, insultada
nuevamente de los jefes que seguian la rebelion, y aunque sus curas defendian,
como lo hicieron ántes, con sus feligreses las irrupciones del enemigo con
pocas armas, se les auxilió con algunas, y embarazaron cundiese por aquella
parte la internacion que pretendía el rebelde hacer en las sucesivas provincias
de Aymaraes, Lucanas y sus contiguas de la costa del mar hasta Lima. Recha-
zados los enemigos por aquella parte, consideró el corregidor de la provincia
de Aymaraes D. José Alvaro Cavero podia ya sacar de ella alguna gente sin
recelo de que se alterasen sus pueblos, y se condujo á esta ciudad con un regi-
miento de dragones, de cerca de 700 hombres, que los presentó uniformados
con algún arreglo, aumentando con este cuerpo el que se deseaba formar para
perseguir al rebelde, que aunque llegó despues de su fuga, sirvió en adelante
en las expediciones.
Los indios, nobles, caciques y principales de las parroquias de esta ciu-
dad, que se habian manifestado fieles y esforzados en su defensa, deseaban
por sí formar un cuerpo que los distinguiese, y se lo concedió el comandante,
nombrándoles por coronel á D. Vicente Casimiro Choquecalma, cacique de
la parroquia de Belen, y de teniente á D. Isidro Bustinsa Velucana, cacique de
la de Santa Ana, y formándose compañías con todos los demas indios de la
ciudad, supieron acreditar su lealtad en destinos que se les dieron y desempe-
ñaron. El Virey de Lima, que velaba sobre los cuidados del estado en que se
hallaban estas provincias, con las demas del interior del reino, dispuso viniese
á su reparo y pacificacion el mariscal de campo D. José del Valle, inspector
general y cabo principal de las armas; el visitador general D. José Antonio de
Areche y D. Benito de la Matalinares, oidor de la Audiencia de Lima, con tro-
pas veteranas y milicianas de aquella capital, con las armas que pudo conducir
para éstas, que se hallaban sin ellas; á que unió un cuerpo de artillería, con
algunas piezas de campaña, y municiones para formar un correspondiente
ejército, cuya noticia alentó mucho á nuestras tropas auxiliares, que deseaban
operar en la persecucion del rebelde, hasta desvelarse y reducir á la debida
obediencia las provincias alteradas. Miéntras se conducia y llegaba aquí aquel
refuerzo con el superior jefe, no cesaba el comandante Avilés en dar provi-
dencias contra los acometimientos del atrevido Tupac Amaro, que las hacia
en todos nuestros contornos, insolentándose los que seguian el rebelion en
los robos de ganados y haciendas, y particularmente las que guarnece el rio
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