Page 168 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
                                    Informe relacionado del Cabildo,  Justicia y Regimiento de la ciudad del Cuzco
            Todos resistieron constantes á pecho descubierto el fuego de la artillería del
            enemigo, disparada con bala, y á no haberse advertido manejaba el cañon D.
            Juan Antonio de Figueroa, de los prisioneros españoles que tenía el rebelde,
            que llevando los tiros, evitó grave daño, hubiera sido lastimoso y grande nues-
            tro estrago, por la ventajosa y superior situacion en que se hallaba colocada, y
            sin embargo, murió alguna gente nuestra, quedando heridos algunos soldados
            del comercio.
                    Fué admirable el distinguido empeño y lealtad con que se movieron
            muchos de los principales vecinos de esta ciudad á pasar al cerro, incorporán-
            dose entre los combatientes para alentarlos, sin temor de perder las vidas, por
            sacrificarlas honrosamente en servicio de V. M. y de la patria. Entre ellos se se-
            ñalaron D. José de Picoaga, de edad provecta, D. Faustino Alvarez de Toronda,
            conde de Vallehermoso, D. José María de Acuña, corregidor de Cotabambas,
            D. Pedro Centeno, corregidor de Calca, D. Francisco Martinez, D. Felipe Mos-
            coso y Lobaton, D. Mariano de Peralta, sirviendo éstos de comunicar noti-
            cias y conducir municiones; D. Ignacio Fernandez de la Ceval, administrador
            de correos, D. Bernardo de Lamadrid, que ántes fué prisionero del rebelde,
            y otros particulares, á quienes acompañaban tambien algunos eclesiásticos y
            religiosos, que alentaban y socorrian espiritualmente á los heridos y moribun-
            dos, haciéndose notable Fr. Ramon de Salazar, del órden de predicadores, que
            colocado al abrigo de un peñasco, manejaba el fusil con certeza, sin malograr
            sus tiros, que todo contribuyó á poner en confusion al enemigo. El vigilante
            comandante Avilés, con el mayor general Campero, y don Joaquin de Balcár-
            cel á caballo, no cesaban en reconocer los puestos y expedir providencias al ce-
            rro y á la plaza, y todos, atentos á cumplir sus órdenes, se tenía por desairado
            el que no se ocupaba en algun ejercicio, ofreciéndose con honra y sus armas á
            la defensa, sin que se reservasen de igual demostracion algunos eclesiásticos, y
            más á la vista del ejemplo que les dió el reverendo Obispo, que se hizo presente
            en la línea que formaba la tropa de caballería; cuidaban de la tropa de la plaza
            y cuartel el teniente coronel de ejército Villalta y el coronel del regimiento de
            infantería Torrejon, acompañándoles el coronel D. Miguel Navarro con parti-
            culares encargos, con igual vigilancia para acudir á la ejecución de las órdenes
            que les diesen, y ninguno fué perezoso en sus deberes. Con celo y amor á V.
            M. y á la patria, se ejercitó en esta ocasion el Dr. D. Francisco Javier de Olleta
            y Valenzuela, quien á la sazon se hallaba de alcalde ordinario de primer voto
            de esta ciudad, explorando las calles de ella con escolta de gente y ministros de



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