Page 169 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
justicia, y exhortaba con eficacia á que nadie se acobardase, animando así áun
á las mujeres y niños que se hallaban en sus casas, hablándoles en su propio
dialecto, como instruido en él, á fin de que en cualquiera acontecimiento se
manifestasen con aliento y diesen la última prueba de lealtad á V. M. Duró la
funcion y permaneció el fuego hasta que obscureció la noche, y fué preciso
retirar al sargento mayor Laysequilla, por fatigado, con una grande contu-
sion, quien, mereciendo las estimaciones dignas á su cumplido desempeño,
se las manifestaron el comandante y jefes, quedando en el cerro toda la tropa,
tambien fatigada, al cargo del coronel Guisasola y del capitan Gutierrez; se
les despachó el socorro de bastimento que se tuvo por necesario, se hizo lo
mismo para los indios de los dos caciques, considerando á todos cansados
y llenos de necesidades, y se les enviaron tiendas de campaña para que se
reparasen de las inclemencias del sitio y lluvia que amenazaba, encargando
su conducta y distribucion al cuidado del capitan D. José de Oliva, que acom-
pañó á los comandantes del cerro. Todas las tropas se mantuvieron en sus
puestos y líneas, y pasó esa noche D. Manuel Villalta con más de 100 hombres
fusileros, y reforzando aquella guarnicion á tiempo de haberse declarado con
furiosa tenacidad un grande y permanente aguacero, que toleraron todos con
el mayor sufrimiento y constancia, manteniéndose sobre las armas, manifes-
tando esta gente miliciana su valor y obediencia, que puede servir de ejemplo
á la más aguerrida y veterana. Con el dia amaneció una muy espesa niebla,
que impidiendo enteramente descubrir al enemigo, se ignoraba su situacion, y
luégo que fué aclarando, se reconoció haber hecho fuga precipitada, dejando
en la campaña una pieza de artillería con algunas municiones, y el bagaje de su
propia cama, lo que dió á conocer el temor que él y todo su ejército concibió
de nuestras armas.
Dispuso el comandante se retirase del cerro toda nuestra fatigada tro-
pa, y que pasase á él la guarnicion que pareció necesaria al mando del Conde
de Vallehermoso para observar cualesquiera movimientos de alguna oculta
partida de enemigos, pero no se descubrió ninguna, por haberse entregado
todos á la fuga. Logró esta ciudad verse libre del asedio, y que no tuviese efec-
to el torcido pensamiento de entrar en ella el rebelde, que fué todo su anhelo,
porque posesionado de la capital del reino antiguo, córte de sus Ingas, contaba
con el imaginario triunfo de sus perversas ideas; respirando sus habitantes de
la congoja que ocupaba sus ánimos, y principalmente el crecido gremio de las
mujeres y religiosas de monasterios salieron de su conflicto, ofreciendo á Dios
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