Page 145 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            noticia de esta primera precipitada expedicion le fué á este cabildo y su junta
            de guerra sensible en primer grado, porque despues de la pérdida de gente y
            armas, escuchaba los clamores de los dolientes de todo el pueblo y considera-
            ba la vanagloria del rebelde y lo que ayudaba á sus perversas ideas este triunfo.
            El desmayo y consuelo de los fieles vasallos de V. M., con la escasez de armas
            y municiones que tenía esta ciudad, sin poder reponer las pérdidas, creció á
            un grande desconsuelo, y más al oir que el enemigo quitaba las vidas á cuan-
            tos se nombraban españoles, quemaba sus casas y destruia sus haciendas y
            bienes, extendiendo su osado pensamiento á venir con el grueso ejército, que
            se le aumentaba cada instante; á invadir esta ciudad, lo que movió á algunos
            vecinos á sacar de ella sus familias, cuyo mal ejemplo intentaban imitar otros;
            pero cortó este desórden el teniente coronel de ejército D. Manuel de Villalta,
            que estaba de corregidor de Abancay, tránsito preciso para estos fugitivos, que
            mandó regresasen. Luégo determinó la junta dar parte al Virey y visitador
            general, y como era necesaria una difusa y completa relacion que persuadiese
            la triste constitucion en que se miraba esta ciudad, y con su pérdida todo el
            reino, deputó á uno de sus vocales, que lo fué el coronel de la provincia de
            Tinta, D. Pedro José Veles, sujeto adecuado para esclarecer tan recomendable
            asunto, y sin perder un instante de tiempo, procedió este cabildo con sus con-
            jueces y junta á providenciar lo correspondiente á la general defensa: solicitó
            saber cuántas armas tenian los vecinos de todas clases, comisionando á per-
            sonas de aptitud para ello, que lo fueron D. Simon Gutierrez y D. Martin de
            Garmendia, puso fabricantes de pólvora y balas, que incesantemente proveye-
            sen de estas municiones. Mandó fabricar muchos rejones en forma de lanzas,
            que supliesen la falta de fusiles, confiando el desempeño de este cuidado á D.
            Domingo Pagasa, sargento mayor de la plaza, sujeto de la mejor disposicion,
            que satisfizo bien estos encargos. Dispuso resguardar con traviesas las calles
            que dan entrada á la plaza, encargando esta diligencia al coronel D. Matías
            Baullen de Aponte, provisto corregidor de esta ciudad, por su notoria práctica
            é inteligencia, quien comisionó para que estuviese á sus órdenes á D. Fran-
            cisco Morales, sujeto de eficaz empeño; que se fortificasen y amurallasen las
            entradas principales de la ciudad, y se tapiasen las ménos necesarias, de que se
            encargaron vecinos de honor y carácter, como lo fueron el coronel de Quispi-
            canche D. José de Peralta, D. Mateo García y Viana, D. Miguel de Velasco y D.
            Francisco Origuela, en que se ocuparon todos con eficaz empeño. Fué uno de
            los más principales cuidados reparar la artillería, que constaba de seis piezas,



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