Page 149 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            Andagualas, y los demas capitanes y subalternos de este cuerpo, que supieron
            todos desempeñar sus obligaciones en diversos puestos y reencuentros con los
            enemigos, á que fué destinado con más frecuencia que otros, por tener más
            armas de fuego y haberse mantenido las mulas y caballos que trajeron, de que
            carecian los demas; y habiendo convenido retirarse el corregidor al mando y
            reparo de su provincia, quedó esta tropa á las órdenes del coronel Zaldívar,
            que cuidó con celo y honor su desempeño. Llegaron tambien 200 hombres de
            la provincia de Cotabambas con su corregidor D. Maximino Echalas y Gui-
            rior, que entregó su mando y manejo á su sucesor D. José María de Acuña y
            al coronel D. José de Verroeta, las que se acomodaron en cuartel separado, y
            empezaron luégo el turno y escala de guardias, manifestándose pronto y ac-
            tivo este nuevo corregidor para que se le ocupase, y fué destinado despues en
            comandancia, que desempeñó con honor.
                    Tambien se aumentó otra compañia de pardos libres de esta ciudad,
            que cogió á su cargo como capitan de ella el coronel del valle de Maxes D. José
            de Andia, quien la vistió á su costa en número de sesenta plazas, y esta com-
            pañía sirvió con aprobacion de sus jefes en diversos destinos. Las compañías
            de milicias de esta ciudad seguian haciendo las guardias y rondas con cuidado
            y desvelo, á que atendían el comandante del cuartel y sus coroneles y demas
            oficiales de ellas, todos con celo y amor al Real servicio de V. M. y del Estado;
            guarneciéndose los puestos por donde pudiera tener la más segura y pronta
            comunicacion el rebelde, y principalmente al que se nombra Ocoruru, encar-
            gando su custodia al teniente coronel del regimiento de infantería de la ciudad
            D. Mariano Maruri, del órden de Santiago, y al sargento mayor D. Bernabé de
            Villavicencio, y éste permaneció despues en él muchos dias por abandono del
            primero, sufriendo las inclemencias del sitio, en que le acompañó el capitan
            de caballería D. Isidro de Ascona, y en las guardias avanzadas de los demas
            caminos y comunicaciones se ponia particular empeño para asegurar los con-
            ductores de cartas y papeles del rebelde, que se prendieron muchos y fueron
            castigados. Y como en esta diaria y contínua fatiga se ocupaban por turno los
            gremios de que se componen las milicias, fué indispensable la paga á las com-
            pañías que montaban guardias con moderado prest, que no le admitieron los
            capitanes á imitacion de sus jefes, y entre ellos se distinguió uno de infantería,
            que lo fué don Francisco Javier de Olleta, que pagó á la que tenía á su cargo
            siempre que le tocó el turno, que pasaba de cien plazas, libertando de este
            gasto á la Real Hacienda. No retardaba el cabildo y la junta poner en ejecucion



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