Page 181 - Debate Constitucional 1993 - Tomo III
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Yo les pido a los colegas Nakamura, Figueroa, a  fueron fracasos en esas once constituciones, llá-
                  los de Cajamarca, de Piura, y a todos para que  mense federalismo, contracentralismo unitario,
                  defiendan un proceso de regionalización verda-  juntas departamentales, corporaciones o regio-
                  dero, con gobiernos regionales, con competencias,  nes.
                  con recursos. Eso es lo que quiere...
                                                              Aquí quiero precisar, como limeño, que me cum-
                  La señora PRESIDENTA.— Doctor Castro, su    ple la obligación de defender a mi región, a mi
                  tiempo ha concluido.                        pequeña patria, a Lima, en el sentido de que
                                                              muchos de los que debieron hacer la descentrali-
                  Gracias, doctor Castro.                     zación en el pasado no fueron limeños. Ellos tu-
                                                              vieron el poder para hacerlo y no lo realizaron,
                  Tiene la palabra el señor Luis Enrique Tord.  empezando por Francisco Javier de Luna Pizarro
                                                              —a quien respeto profundamente—, arequipeño,
                  El señor TORD ROMERO (CD).— Muchas          presidente de la primera Asamblea Constituyente
                  gracias, señora Presidenta.                 del Perú, y, sin embargo, se opuso al federalismo,
                                                              que era una de las maneras de ser descentralista
                  Aunque me han dejado la atmósfera un poco ca-  en el siglo XIX.
                  liente, voy a tratar de ordenar mis ideas después
                  de la intervención de mi querido amigo Julio  Por otro lado, también quiero recordarles a quie-
                  Castro.                                     nes no son de Lima que la gran mayoría de presi-
                                                              dentes de la República fueron de provincias: José
                  Reitero lo que ya avancé ayer. No hay duda de  de La Mar, cuencano, de Ecuador; Agustín Gama-
                  que hay una distancia entre lo que he escuchado  rra, del Cusco; Andrés de Santa Cruz, de Bolivia;
                  de la mayoría en meses pasados respecto de un  Luis José de Orbegozo, de Trujillo; Ramón Cas-
                  cierto escepticismo sobre la regionalización y lo  tilla, de Tarapacá; Mariano Ignacio Prado, de
                  que ha ocurrido después de las declaraciones del  Huánuco; Nicolás de Piérola, de Arequipa; Eduar-
                  presidente Fujimori en el sentido de hacer un  do López de la Romaña, de Arequipa; Augusto
                  llamado de atención como el que hace a la mayo-  B. Leguía, de Lambayeque; José Luis Bustaman-
                  ría cuando hay que rectificar las cosas.    te y Rivero, de Arequipa; Manuel A. Odría, de
                                                              Tarma; Juan Velasco Alvarado —siete años de
                  Me alegra que ellos hayan interpretado tan rápi-  Presidente—, de Piura. Por lo tanto, la respon-
                  damente la voluntad presidencial, porque no hay  sabilidad política está muy bien compartida en-
                  duda que deriva de una persona ya avezada en  tre Lima y las provincias.
                  política que en los dos años y medio que tiene a ni-
                  vel nacional ha aprendido muchísimas cosas —de  De otra parte, quiero también destacar que hay
                  los políticos tradicionales, sobre todo—.   una serie de factores sumamente importantes
                                                              entre el siglo XIX y el XX que explican por qué
                  De otro lado, quiero decir que ya estamos hace  ha ocurrido este crecimiento desproporcionado
                  una buena cantidad de horas discutiendo lo que  de la capital. El industrialismo, los ferrocarriles
                  en los diarios de debates de las once constitucio-  y los buques a vapor rompieron con el viejo ca-
                  nes pasadas leemos los que nos dedicamos a la  mino real del Virreinato que venía desde Potosí
                  historia.                                   hasta Lima, pasando por las bellas y fuertes ciu-
                                                              dades andinas que cayeron en una penosa deca-
                  Aquí quiero felicitar al congresista Carpio Muñoz  dencia del siglo XIX en adelante.
                  por el esfuerzo, junto al señor Huamanchumo
                  Romero, de habernos alcanzado algunos docu-  Fue la República la que no supo controlar estos
                  mentos que facilitan la aclaración, la profun-  desequilibrios económicos del siglo XIX al XX, y,
                  dización y la lectura de los respectivos proyec-  lamentablemente, las herencias que hemos teni-
                  tos.                                        do del Virreinato en las ciudades de Huamanga
                                                              o de Ayacucho, Cusco, Puno, Huancavelica y
                  Sobre ello tengo que decir que en la historia de  Cajamarca son las herencias de polos de desarro-
                  la pretensión de la descentralización, que se ini-  llo del siglo XVIII al XVI, para atrás, mucho más
                  cia en 1823 con la primera Constitución, ya se  poderosos de los que existen ahora.
                  forjan con los próceres iniciales los departamen-
                  tos, provincias y distritos, demarcaciones que des-  Había un cierto equilibrio relativo —por lo me-
                  pués de ciento setenta y dos años aún existen en  nos en el Virreinato— entre la capital y la Corte
                  nuestra patria. Fueron más tarde pretendida-  de Lima con el resto de las ciudades de la sierra
                  mente cambiadas con la intención de crear cier-  y de la costa peruanas. Había un cierto equili-
                  tas instituciones que, sabemos los historiadores,  brio. Los criollos no hemos sabido —heredando



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