Page 16 - Padres de la Patria
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establecer en su disertación, dando de este modo una prueba preliminar de su
instrucción y suficiencia: de todo lo que tomará razón el secretario y dará a los
replicantes unas cédulas, en que estén el título de la cuestión, la opinión
escogida y la proposición o proposiciones que haya ofrecido establecer el
disertante. Este a las veinticuatro horas disertará, y defenderá su opinión contra
los dos arguyentes.
Sobre el espacio del tiempo que haya de durar la disertación, el que deben
ocupar los replicantes, y el método de argüir, puede observarse lo que se
practica hasta hoy: quiero decir, que el disertante o leyente llene una hora por
ampolleta y los argumentantes media hora cada uno.
A muchos ha parecido muy gravosa una hora entera para sola la lección y que el
ocuparla es obra de la memoria y no de la instrucción y capacidad. Leer por el
espacio de una hora, así como el torear, son dos costumbres que reputan como
bárbaras, no solo los extranjeros, sino también los nacionales: por tanto juzgan
algunos que el tiempo de media hora es bastante para exponer y probar
cualquier asunto, por grave que sea. Yo no insisto sobre este particular, pero
desearía que los replicantes usasen igualmente de los dos métodos silogístico y
socrático.
El uso del silogismo es muy importante, y debe conservarse: pero sería también
muy importante que después del argumento que llaman en forma, se usase del
diálogo en latín o castellano, al arbitrio del examinador. En las oposiciones a
cátedras, el primer objeto de sus disputas no es la indagación de la verdad de
los puntos controvertidos, sino de la idoneidad de los contenedores; para este fin
no hay medio más seguro que el diálogo y preguntas sueltas y concisas, con las
que se puede estrechar al disertante a que de razón de toda la materia y en toda
su extensión. El silogismo se ciñe a un sólo medio y aunque el que arguye suele
tocar otros argumentos en materia pero el que sufre el examen no se pone en la
urgente necesidad de una contestación breve y a continuación, de preguntas y
repreguntas. Adoptado este método, que hace muy prolijo el examen en el
espacio de una hora que deben durar las réplicas, desde luego basta media hora
para que el disertante exponga su asunto y lo pruebe.
Más sea lo que fuere de esto, lo que conviene es hacer un cotejo del método de
leer sobre Aristóteles con el que se ha expuesto. La primera ventaja que resalta
en la comparación de ambos a favor del nuevo método, es la mayor extensión
de materias: esto es, la prueba y examen se hacen sobre toda la Filosofía, y en
el antiguo se limitan a las teorías metafísicas de la Física. La segunda es que
aquí camina la razón libre, y con el uso y goce de sus derechos y prerrogativas,
cuando en aquel se esclaviza y sujeta al dictamen de otro. Tercera, en el método
que propongo, se exige con justicia den a conocer los colegiales su
aprovechamiento en las opiniones, sistemas y materias que han estudiado en
cumplimiento de sus Constituciones, cuando en el antiguo se les obliga a que
den a conocer un magisterio que no han podido adquirir; a que defiendan
sistemas que han impugnado; y a que expongan libros que no han leído, ni es
fácil los entiendan: que es lo mismo que decir, que son precisados a caminar
sobre una línea recta con los ojos vendados. La cuarta, y efecto de las
antecedentes utilidades y ventajas, es que en este método se expedirán con
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