Page 11 - Padres de la Patria
P. 11
“En el nombre de Dios, por cuyo poder se instituyen todas las sociedades
y cuya sabiduría inspira justicia a los legisladores.
Nos el Congreso Constituyente del Perú, en ejercicio de los poderes que
han conferido los pueblos a todos y cada uno de sus Representantes,
para afianzar sus libertades, promover su felicidad, y determinar por una
ley fundamental el Gobierno de la República, arreglándonos a las bases
reconocidas y juradas.
Decretamos y sancionamos la siguiente Constitución: ...”.
Estas han sido y aún son las máximas que regulan el accionar parlamentario,
alimentando el espíritu de la institución con una vocación permanente de servicio
a la nación.
Nuestra primera Carta Magna decidió la adopción del sistema republicano, la
división de los poderes del Estado, el principio de que nadie nacía esclavo en el
Perú, la garantía de las libertades ciudadanas, la inviolabilidad de domicilio, la
privacidad de la correspondencia, el derecho a la propiedad, el derecho a la
educación, la elección de las autoridades locales, etc. Poco tiempo después de
ser promulgada se suspendió su vigencia pero muchos de sus enunciados se
mantendrían en los siguientes textos constitucionales, incluyendo el actualmente
vigente.
Los primeros congresistas sentaron un precedente no sólo de dedicación y
entrega a sus labores legislativas y fiscalizadoras sino también de heroísmo. Un
ejemplo lo tenemos en el Diputado José de la Mar, quien al ser designado como
9
general en jefe del Ejército Peruano, previa autorización del Congreso , dejó sus
actividades parlamentarias para acudir al llamado de la Patria…
"Pronto ya para marchar a Trujillo, me presento en cumplimiento de mi
deber a recibir las soberanas órdenes del Congreso, cuyas altas virtudes
y notorios grandes sacrificios por la independencia me envanecen
ciertamente de haber sido uno de sus miembros, aunque sin las luces y
talentos correspondientes.
Mi destino de ir a encargarme de la División del Norte y de organizar los
cuerpos que formaron la última desgraciada expedición sobre intermedios,
es muy superior a los conocimientos militares que se me suponen; sin
embargo, yo debo obedecer, congratulándome menos de mandar como
general, que de servir como soldado para satisfacer de algún modo los
ardientes votos que me animan en defensa de la patria, de esta patria,
cuyo nombre sólo debe transportar al campo de batalla a todo americano.
Esta consideración, señor, unida a la justicia de la causa que sostenemos
protegida visiblemente por el Todopoderoso, y la confianza de servir a las
órdenes del genio de la América, del guerrero Bolívar, alienta mi corazón
con esperanza segura de que muy en breve triunfarán decisivamente
nuestras armas.
9 Sesión del 3 de enero de 1824.
10