Page 15 - Padres de la Patria
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modernos, cuyos irrecusables testimonios sería fácil aglomerar, si formara una
disertación, y si no hablara con V. E. que sabe muy bien y por sí mismo, la
uniformidad del consentimiento de los sabios sobre la espesísima oscuridad de
dichos libros.
Y después de esto, ¿será racional, será justo obligar a estos jóvenes en edad y
literatura, a que expongan unos libros que no han leído; unos libros digo, que
aún meditados con la más escrupulosa y detenida atención y con los
comentarios a la vista, han sido y serán siempre la tortura de los mejores
ingenios; a que defiendan opiniones y sistemas que han reprobado; a conciliar
en fin verdaderas o aparentes antilogías, y entrar en el por menor de sistemas
que a penas conocen? Pues estos puntualmente lo que la fuerza de la
costumbre ha exigido, y exige de los carolinos. ¿Pero con qué fruto? ¿Con qué
suceso? Con el de exponerlos a la irrisión de los inteligentes. A expensas de mi
dolor debo protestar y decir, que estas oposiciones son una pura befa, por los
despropósitos y contradicciones que se profieren; y todo esto es consecuencia
de educar a la juventud en una especie de Filosofía, y exigir de ella el magisterio
en otra. ¿Cómo podrá explicarse, no digo magistralmente, pero ni aún
mediocremente, un joven que no es dueño de un cuerpo sistemático de
doctrinas, y de un libro que no ha tomado en sus manos, sino es para escoger
puntos, y que solamente lee mientras le dispone un maestro la lección que ha de
recitar? El carolino que más sabe de la doctrina peripatética, es el que con el
designio de oponerse dos o tres meses antes, pasa ligeramente sus ojos por un
compendio o curso de dicha filosofía. Esto es, Excmo. Sr. lo que en realidad
sucede y nadie ignora.
Por todo esto, y considerando muy propio de mi cargo promover el mejor aire de
los colegiales y consultar su mayor decoro, no debo mirar con indiferencia un
hecho que los desdora y rebaja de aquel alto grado de estimación, en que se
colocarían, si variado este método, se sustituyese otro mas análogo a su
educación literaria y que entrando en países conocidos desplegasen sus
ingenios, y las semillas que recibieron y cultivan.
Meditando un medio seguro que concilie y reúna todas las utilidades apetecibles,
esto es, un modo de examen suficiente para descubrir la sólida exquisita
instrucción filosófica de los opositores, y con atención a que ellos son jóvenes,
he preferido entre otros, el que se forme un índice de cuestiones útiles,
agradables, graves y fecundas, comprehensivo de todas las partes de la
Filosofía, como son Lógica, Metafísica, Física y Filosofía Moral, cual es el que
presento, más como ensayo que como obra perfecta, pero fácil de
perfeccionarse.
Las cuestiones van numeradas, y deben según el plan de mis ideas, numerarse
otras tantas pequeñas cédulas de pergamino, de las que puestas y revueltas en
un cántaro o globo hueco, se saquen seis números en otras tantas veces, uno
en cada vez, ya sea por mano de un niño o de uno de los rivales, y que
cotejados después con las cuestiones a que corresponden en el índice, el
opositor de turno escoja sin apartarse del sitio y sin pedir dictamen a otro, la
cuestión que mejor le pareciese de las sorteadas, y que allí mismo diga por sí la
opinión que ha de defender, y la proposición o proposiciones que ha de
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