Page 18 - Padres de la Patria
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condescendencia la aserción de Condillac, de ser las universidades
impedimentos para el progreso de las ciencias.
¿Y por ventura no es palpable, que todo esto nos conduce como por la mano, a
adoptar este u otro nuevo método de oposiciones, más acomodado a las ideas y
estudios del día, y a la educación literaria de los jóvenes de San Carlos? ¿Qué
inmenso trecho hay que caminar para tocar y pasar a este extremo? ¿Qué
trastornos y atrasos pueden sufrir los estudios o qué inconvenientes hay que
temer?
El vigor de las constituciones de la escuela en orden a seguir y enseñar la
filosofía aristotélica se ha reducido a una pequeña cosa y es a exponer un
capítulo de Aristóteles al recibir los grados de bachilleres (¿y cómo? En el acto
mismo de haber antes defendido una conclusión opuesta a su sistema), y
cuando se lee de oposición a las cátedras de Artes; más sin que todo esto tenga
influjo para la enseñanza de la Filosofía Escolástica. Ya se ha dicho, que el
carolino catedrático de Artes no explica otra Filosofía en las aulas de la
Universidad, que la que se estudia en su Colegio. No lo sé de positivo, pero es
una conjetura poco aventurada, asegurar que el R. P. M. Fr. Bernardo Rueda, ya
como regente, ya como catedrático no ha explicado en los días de curso otra
Filosofía, que la Cartesiana, que es la que ha adoptado su Colegio y Universidad
Pontificia. De suerte que los catedráticos enseñan la Filosofía que ellos mismos
adoptan o la que han abrazado los colegios o comunidades de que son
individuos.
Luego ya no hay más razón que contradiga, ni otra barrera que vencer o salvar
que este natural apego a los usos inveterados; pero esta afección tiene objetos
que la conserven. No se pretende, que todas las cátedras de Artes se provean
de este modo, sino la que es concedida por el Soberano al Real Convictorio;
después de esta aún quedan dos que se pueden mantener en el pie antiguo.
Para con los maestros y doctores no hay las mismas razones que para con los
colegiales de San Carlos. Estos son jóvenes que no estudian filosofía
peripatética, y que, residiendo poco tiempo en el Colegio, no pueden extender
sus conocimientos hasta hacerse consumados sabios y conocedores de las
diferentes sectas, y correr libremente por todas ellas. Al contrario las otras dos
restantes son para hombres ya formados y que hayan tenido tiempo para
entregarse al estudio y obras de Aristóteles.
Pero se dirá acaso, que abierta esta puerta con respecto a la cátedra del
Colegio, tendrán la misma suerte las que quedan. Este efugio indica, que ya no
hay adonde acogerse. La consecuencia no es forzosa porque no hay un cuerpo
interesado que pida esta reforma, como lo es el Convictorio. Los particulares se
conformarán con la costumbre establecida, y si esta se varía, ya será por un
común consentimiento, lo que al fin se verificará tarde o temprano, y cualquiera
que sea el éxito de esta solicitud: pero no seremos nosotros los que tengamos el
dolor o el gozo de verla.
Últimamente el presente proyecto no excluye aún por lo que toca a las cátedras
restantes la defensa de la escuela peripatética. El índice no es de proposiciones
afirmativas o negativas, sino de títulos de cuestiones; y deja libre al opositor a
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