Page 56 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            en que se acordó el pronto envío de un nuevo socorro y se admitió la oportuna
            oferta que hicieron de pasar a esa ciudad el Señor Visitador General Don José
            Antonio de Areche y el Señor Inspector General Don José del Valle, nom-
            brándose al mismo tiempo al Señor Don Benito de la Mata Linares Oidor de
            esta Real Audiencia, para que acompañase y ayudase a dicho Señor Visitador,
            lo que participo a Vuestra Señoría Ilustrísima por el consuelo que es regular
            les resulte de estas noticias en la triste situación en que le considero.— Nues-
            tro Señor guarde a Vuestra Señoría Ilustrísima muchos años.— Lima seis de
            diciembre de mil setecientos y ochenta.— Ilustrísimo Señor.— Besa la mano
            de Vuestra Señoría Ilustrísima su mas atento y seguro servidor.— Agustín de
            Jáuregui.— Ilustrísimo Señor Don Juan Manuel de Moscoso.—


                    (Al margen: Informe)
                    Excelentísimo Señor: Con data de veinte y uno del que corre, expuse a
            Vuestra Excelencia cuanto ocurría hasta entonces del estado miserable a que
            nos tenía reducidos el indio sublevado José Tupa Amaro. El de nuestras armas
            y otros funestos incidentes. Hoy con motivo del expreso que dirige a Vuestra
            Excelencia esta Junta, no pierdo la oportuna ocasión de informarle lo siguien-
            te.— Después del combate de Sangarará e infeliz éxito de nuestra expedición
            se ha mantenido el rebelde en su fuerte de Tungasuca. Allí atrincherado ha ido
            dirigiendo sus órdenes a las provincias inmediatas, adonde ha mandado repe-
            tidos edictos y convocatorias, con las mismas seducciones antecedentes y de
            que caminarán testimonios del inmediato correo; y aunque aparenta fidelidad
            y religión, es conocida hipocresía hasta tomar esfuerzo y hacerse absoluto
            dueño de los individuos y sus haciendas. Del mismo tenor se sabe haber des-
            pachado otros a la ciudad de Arequipa, que tal vez se hallará en no menor
            consternación. De modo que va a gran prisa ganando terreno y con él fuerzas
            el enemigo, y ya las provincias no necesitan más que o estas convocatorias o su
            noticia, para enteramente subvertirse.— Asi ha sucedido en la de Chumbivil-
            cas, cuyos vecinos en la capital del pueblo de Velille, acometieron a su Corre-
            gidor Don José Campino con tal desafuero, que apenas le dieron un corto es-
            pacio para escapar en una cabalgadura en pelo, sin saberse de fijo donde hoy
            se halla y se presume haberse refugiado en Caylloma, después de robarle y
            disiparle sus bienes y el dinero de tributos que tenía dispuesto para despachar-
            le a estas reales cajas. A esta rebelión acudieron unidos los pueblos de Santo
            Tomás y Quiñota, y ya se cree estén los demás de aquella provincia aún sin



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