Page 54 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            tán enteramente subordinadas las de Tinta y Quispicanchis. Yo pedí a Vuestra
            Excelencia en mi antecedente informe el número de seiscientos hombres del
            modo que propuse, pero hoy abiertamente siento ser necesarios muchos más,
            según la opresión en que nos ha puesto. El gravísimo daño que nos amenaza
            se deja ver en los mismos procedimientos del amotinado, ya se objeta el fin
            de la maliciosa defensa, así de los indios y sus torcidas intenciones al logro de
            la Corona, que imaginan suya, no se esconden a todos los que conocen con
            la inmediación que yo estos naturales.— Todos nos hallamos reducidos a la
            última miseria; sobre mi pastoral cuidado recae todo el peso de la pena. Ya se
            presentan a mi compasión las vírgenes consagradas en su clausura a Jesucris-
            to. Ya los templos que son amenazados de profanación; y a los más habitadores
            honrados o con un cuchillo al cuello o con una perpetua infelicidad, que se les
            espera de futuro; y en suma la religión enteramente subvertida por un impío
            que no perdona aún lo sagrado. No se a que extremo incline mi desdicha en
            unión constante de uno y otro clero: rendiremos la cerviz al acero llevados de
            nuestro celo y amor a la religión y al soberano. Esto apura y Vuestra Excelen-
            cia en inspección de todo arbitre las más oportunas y prontas providencias
            al socorro de tamaña necesidad, en que van aventuradas nuestras vidas y la
            mas floresciente porción de la Corona de nuestro Augusto soberano.— En
            mi informe antecedente dije a Vuestra Excelencia eran necesarios seiscientos
            hombres de tropa disciplinada; los trescientos que vengan de esa capital y los
            otros trescientos que vengan de Arequipa, acumulados a doscientos provin-
            cianos, los cien hombres que destacó a aquella ciudad el antecesor de Vuestra
            Excelencia; en el dictamen que por escrito he dado en tan crítica constitución
            a la Junta de Guerra, expuse ser indispensables mil y trescientos hombres, los
            mil de esa capital y los trescientos de Arequipa en la forma referida; y en el día
            estoy persuadido, que siendo precisa una reconquista por las crecidas fuerzas
            del enemigo, que por instantes se acrecentan, creo que ni dos mil hombres
            serán suficientes; el peligro es instantáneo y no se si deje lugar al socorro, sin
            que vean nuestros ojos el último catástrofe, en la subversión de la ciudad y
            provincias de esta desdichada Diócesis.— La Junta de Guerra que se formó
            para acordar providencias ha padecido dispersión, ausentándose muchos de
            la ciudad con sus familias: muy pocos perseveran con honor, entre los que se
            ha señalado el caballero Don Pedro Vélez, que hoy diputa la mencionada Junta
            a Vuestra Excelencia, para que informe a viva voz del estado mísero de todo
            este vecindario y provincias: Yo en lo que he experimentado reconozco en él,



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