Page 53 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            Excelencia muchos años. Cuzco y noviembre diez y siete de mil setecientos y
            ochenta.— Excelentísimo Señor: Beso la mano de Vuestra Excelencia su mas
            reverente servidor y seguro Capellán.— Juan Manuel Obispo del Cuzco.— Es
            copia de su original.— Doctor Frias, Secretario.—


                    (Al margen: Otro informe a Su Excelencia)

                    Excelentísimo Señor: En carta de diez y siete del presente tengo infor-
            mado a Vuestra Excelencia extensamente del estado lamentable en que que-
            daba esta ciudad, por los atropellamientos de José Tupa Amaro, Indio rebelde
            a la Corona. Hoy se halla este vecindario en mayor consternación, porque no
            solamente se han repetido los insultos de aquel tirano, si también hemos ex-
            perimentado el infeliz suceso de nuestras armas en el próximo acaecimiento
            que ya expreso.— Animados algunos vecinos con los pocos pertrechos que
            ofrecía la penuria presente, fueron unidos a los de la contigua provincia de
            Quispicanchis, bajo el comando del infeliz Don Fernando Cabrera su corre-
            gidor, quien en la misma unión con aquellos a dirección de Don Tiburcio
            Landa, pasó en solicitud del contrario, éste que se hallaba destacado en las in-
            mediaciones del pueblo de Sangarara de la citada provincia, se previno de no
            pocas astucias mediante los espías que se doblaban en el territorio. Los nues-
            tros o incautos, o confiados, se alojaron dentro de la población que les ofreció
            pérfidamente apariencias de buena acogida, cuando asaltados al amanecer
            del día diez y ocho del que corre, se vieron preocupados y no sin embarazo
            para evadir el aprieto.— Ellos fueron confundidos, aterrados y deshechos; y
            no perdonando los traidores el sagrado del templo de aquella doctrina, aca-
            baron con el fuego a cuantos perdonó el golpe, todos perecieron a excepción
            de aquellos que se hicieron al partido del enemigo, cuyo número ignoramos
            y aún no hay noticia segura de los muertos. La Real Junta ofrecerá a Vuestra
            Excelencia en la individualización de esta tragedia cuanto yo omito, por no
            hacer abultado este informe. Es constante este lastimoso suceso: Cuya suerte
            ha dado no solamente alas al enemigo de un conseguido triunfo, sino deja los
            ánimos de estos vecinos en el mayor abatimiento, muchos se han separado, no
            solo de nuestras armas, sino de la ciudad, en unión de sus mujeres y familia:
            y a cada paso crece el desaliento, cuanto el número de los que desertan.— Por
            instantes tenemos la sorpresa, que ciertamente se verificará logrando ver el
            traidor la coligación con las demás provincias que eficazmente procura y le es-



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