Page 46 - Padres de la Patria
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MEMORIA DEL DOCTOR DON MIGUEL TAFUR,
EL DÍA 3 DEL PRESENTE MES, SOBRE LAS CAUSAS QUE RETARDARON
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LA INDEPENDENCIA DE LIMA
Están ya tan demostradas por escrito y de palabra las causas que demoraron en
Lima la revolución, no permitiendo obrar a la ciudad activamente para sacudir el
yugo que la oprimía y declarar su independencia, que casi ninguna ha quedado
por decir, y todas han sido clara y distintamente enumeradas. Así, para no
repetirlas ni dejar, de llenar en algún modo la obligación a que estoy contraído,
haré ver brevemente, que este parque de artillería con que se prometían arruinar
la ciudad al primer movimiento que notasen, ese vigilante espionaje, esas
bayonetas siempre levantadas, esos calabozos de la Inquisición tantas veces
abiertos y convertidos en cárceles de Estado, fueron insuficientes a extinguir el
fuego que por su libertad e independencia fomentaba Lima. Los mismos medios
de que se valían para extinguirlo y neutralizarlo, lo encendían y le daban más
vigor. Así no perdieron los limeños arbitrio alguno para darle pábulo. Los que no
podían tener correspondencias secretas, que confirmasen e hiciesen ver la
constancia de su decisión, daban pruebas de ella socorriendo y auxiliando con
las cautelas posibles á los patriotas que sufrían en la inquisición y casas-matas.
La larga y penosa detención de estos, la constancia en su opinión, el ánimo
tranquilo y sereno con que soportaban su desgracia, avivaba ese fuego oculto
hasta hacerles no guardar en ocasiones medidas de precaución. Estas fueron
casi del todo olvidadas, cuando en tiempo de Abascal se presentó a algunos
patriotas el mejicano Ayala fugitivo, perseguido y buscando asilo. Se le
proporcionó en el Colegio que entonces se llamaba de San Fernando y hoy de la
Independencia. Allí vivió oculto muchos meses, fue atendido en todo, socorrido y
auxiliado hasta proporcionarle su embarque, sin que la vigilancia ni las
pesquisas que hacía el Gobierno, hubiesen podido ni descubrir su asilo, ni
sospechar si había ocultadores de él.
Sería hacer muy largo el discurso, si entrase en el empeño de aglomerar
sucesos de la clase del referido. Los nombres de Ayala, Medina, Sancho, Arce y
otros quedan al cargo de la historia de nuestra libertad, y ella cuidará de trasmitir
a la posteridad lo que hizo Lima en obsequio de esas víctimas destinadas a la
expiación del delito de aspirar a ser libres. Nada quedó por hacerse por los
limeños, que no se hiciese, aun a costa de incurrir en la execración del antiguo
Gobierno. Todos cuantos medios dicta la ilustración y el amor a la libertad, se
practicaron por los primeros y últimos vecinos de esta capital. A los que vinieron
confinados por Marcó ¿qué hospitalidad, qué auxilios, qué socorros se negaron,
atropellando las notificaciones y amenazas de Pezuela? Ellos mismos
admiraban que en medio de tanta persecución y vigilancia se conservase tanto
patriotismo y tanta decisión por la independencia.
No procede así un pueblo apático y tal conducta sólo es propia de los que
abrigan en su seno el fuego sagrado de la libertad. Los anales de todos los
reinos y provincias convencen la verdad, de que reconcentrada por lo común en
39 Puente Candamo, José Agustín de la, Obra de Gobierno y epistolario de San Martín.
Colección Documental de la Independencia del Perú, tomo XIII, vol. 1º, págs. 467-471, Lima,
1974.
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