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MEMORIA DEL DOCTOR DON MIGUEL TAFUR,
                   EL DÍA 3 DEL PRESENTE MES, SOBRE LAS CAUSAS QUE RETARDARON
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                                           LA INDEPENDENCIA DE LIMA


                  Están ya tan demostradas por escrito y de palabra las causas que demoraron en
                  Lima la revolución, no permitiendo obrar a la ciudad activamente para sacudir el
                  yugo que la oprimía y declarar su independencia, que casi ninguna ha quedado
                  por  decir,  y  todas  han  sido  clara  y  distintamente  enumeradas.  Así,  para  no
                  repetirlas ni dejar, de llenar en algún modo la obligación a que estoy contraído,
                  haré ver brevemente, que este parque de artillería con que se prometían arruinar
                  la  ciudad  al  primer  movimiento  que  notasen,  ese  vigilante  espionaje,  esas
                  bayonetas  siempre  levantadas,  esos  calabozos  de  la  Inquisición  tantas  veces
                  abiertos y convertidos en cárceles de Estado, fueron insuficientes a extinguir el
                  fuego que por su libertad e independencia fomentaba Lima. Los mismos medios
                  de que se valían para extinguirlo  y neutralizarlo, lo encendían y le daban más
                  vigor. Así no perdieron los limeños arbitrio alguno para darle pábulo. Los que no
                  podían  tener  correspondencias  secretas,  que  confirmasen  e  hiciesen  ver  la
                  constancia de su decisión, daban pruebas de ella socorriendo y auxiliando con
                  las cautelas posibles á los patriotas que sufrían en la inquisición y casas-matas.
                  La  larga  y  penosa  detención  de  estos,  la  constancia  en  su  opinión,  el  ánimo
                  tranquilo y sereno con que soportaban su desgracia, avivaba ese fuego oculto
                  hasta hacerles no guardar en ocasiones medidas de precaución. Estas fueron
                  casi  del  todo  olvidadas,  cuando  en  tiempo  de  Abascal  se  presentó  a  algunos
                  patriotas  el  mejicano  Ayala  fugitivo,  perseguido  y  buscando  asilo.  Se  le
                  proporcionó en el Colegio que entonces se llamaba de San Fernando y hoy de la
                  Independencia. Allí vivió oculto muchos meses, fue atendido en todo, socorrido y
                  auxiliado  hasta  proporcionarle  su  embarque,  sin  que  la  vigilancia  ni  las
                  pesquisas  que  hacía  el  Gobierno,  hubiesen  podido  ni  descubrir  su  asilo,  ni
                  sospechar si había ocultadores de él.

                  Sería  hacer  muy  largo  el  discurso,  si  entrase  en  el  empeño  de  aglomerar
                  sucesos de la clase del referido. Los nombres de Ayala, Medina, Sancho, Arce y
                  otros quedan al cargo de la historia de nuestra libertad, y ella cuidará de trasmitir
                  a la posteridad lo que hizo Lima en obsequio de esas víctimas destinadas a la
                  expiación  del  delito  de  aspirar  a  ser  libres.  Nada  quedó  por  hacerse  por  los
                  limeños, que no se hiciese, aun a costa de incurrir en la execración del antiguo
                  Gobierno. Todos cuantos medios dicta la ilustración y el amor a la libertad, se
                  practicaron por los primeros y últimos vecinos de esta capital. A los que vinieron
                  confinados por Marcó ¿qué hospitalidad, qué  auxilios, qué socorros se negaron,
                  atropellando  las  notificaciones  y  amenazas  de  Pezuela?  Ellos  mismos
                  admiraban que en medio de tanta persecución y vigilancia se conservase tanto
                  patriotismo y tanta decisión por la independencia.

                  No  procede  así  un  pueblo  apático  y  tal  conducta  sólo  es  propia  de  los  que
                  abrigan  en  su  seno  el  fuego  sagrado  de  la  libertad.  Los  anales  de  todos  los
                  reinos y provincias convencen la verdad, de que reconcentrada por lo común en


                  39   Puente  Candamo,  José  Agustín  de  la,  Obra  de  Gobierno  y  epistolario  de  San  Martín.
                  Colección  Documental  de  la  Independencia  del  Perú,  tomo  XIII,  vol.  1º,  págs.  467-471,  Lima,
                  1974.

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