Page 112 - Padres de la Patria
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representante. Esta alta designación me autoriza bastante para llevar su voz y
decir que las heroínas mismas perecerán mil veces antes que volver a cargar las
cadenas coloniales sobre sus hermosos cuellos. Cuán doloroso es que haya
alrededor de nosotros quienes aún tengan estas intenciones insensatas. Si los
mismos españoles están inundando de sangre su propio suelo, por no sufrir la
tiranía de su propia casa, ¿Por qué se quiere que nosotros toleremos la ajena?
Y tú gloriosa capital prepárate a los días de magnificencia que ya te vienen
acercando en los siglos futuros. Rico se ha llamado al Perú por la abundancia y
preciosidad de sus metales; y en verdad que lo es. La cordillera oriental se
denomina de oro por la gran cantidad de este que derrama en sus lavaderos; y
la de occidente de plata por las ingentes masas que contiene en sus entrañas,
así el que nace entre ellas, por humilde que sea su cuna, puede asegurar que se
ha mecido en medio de la opulencia.
Más aún tenemos otros tesoros que no han sido bien conocidos. La extensión y
tranquilidad del puerto del Callao y su ventajosa situación en la mar del Sur. Allí
en frente están los riquísimos imperios e islas del Asia, cuyas puertas de marfil
no se han abierto hasta ahora sino al riguroso y estéril monopolio. Entre sus
orillas y las nuestras se extiende la fecunda y dilatada isla de Nueva Holanda en
la que los incansables hijos de Albión están abriendo con empeñó los cimientos
de la Inglaterra del Austro. ¡Qué tiempos serán aquellos cuando la China, la
Holanda y el Perú entren en comunicación y comercio! ¡Quién podrá entonces
enumerar la multitud de buques cuyas anclas muerdan la arena en la inmensa
bahía del Callao! Muchas veces al venir de él a esta ciudad he dicho entre mí,
los fecundos campos que se ven abandonados por uno y otro camino, serán
algún día cubiertos de casas de campo, jardines, estatuas y monumentos
levantados a la gloria y al recreo. Los viajeros que le atraviesen quedarán
atónitos al mirarlos, y entrando en la capital se encontrarán en ella, no con
hombres inclinados a la tierra, ocultos bajo de una capa y sombrero gacho, sino
con ciudadanos erguidos que conforme a su dignidad dirigen los ojos al cielo y
extienden las manos al peregrino con aquella generosidad y nobleza de ánimo
que es propia de los peruanos.
Yo no veré esos tiempos felices; demasiado he vivido, puesto que en los
repetidos esfuerzos que hice por derribar la tiranía creí ser una víctima de ella.
En los Estados vecinos han padecido cruel martirio varios literatos por la libertad
de la patria. Me esperaba igual destino y me consolaba con unirme en la
eternidad a sus almas respetables. Libróme la providencia y he presenciado los
días que jamás pensé alcanzar. Si le place, daré tranquilo al seno de la tierra
madre en que he nacido. Y cuando, allá en los días venturosos del Perú
comiencen a conmoverse de júbilo las cenizas de los guerreros, de los sabios y
de los hombres virtuosos que tanto trabajan en el día por proporcionárselos,
levantaré mi brazo del sepulcro para bendecirle y desearle que sea la justa, la
más opulenta, la más pacífica y la más espléndida y la más gloriosa República
de cuantas han existido y existen sobre el globo".
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