Page 550 - La Rebelión de Huánuco. Vol 5
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Volumen  5
                                  Plan acordado por el clero de Huánuco para poner la ciudad en estado de defensa
            de U. Señoría no quisiese beneficiarlos por las justas y bellas consideraciones
            que con tanta madurez medita; bien reconocen todos y deben reconocer, que
            las prevenciones de un superior son mandatos, apesar de que se desentiendan.
            Muchas infelices mujeres expresando su regocijo por el arbitrio propuesto
            se producen tiernamente, se dedicarán a hilar sin reserva por contribuir las
            primeras, recelando que por no plantificarse el proyecto informado quedasen
            víctimas de los peligros que teme su sexo; esto me lo han asegurado en mi
            presencia innumerables, todos se complacen en un bien que no los grava ni
            los molesta en lo menor, pero no se dignan contemplar la impotencia moral
            de aquella soberana y benéfica mano que los ha conservado hasta ahora, y
            siempre haciendo los más relevantes sacrificios y gastos por amarlos en unos
            tiempos de tantas calamidades, indigencias y desgracias; apetecen la comodi-
            dad como no se perjudiquen en nada. Este amor de esperanza, como lo llama
            la teología, o este aparente amor, sólo mira su propia conveniencia sin lasti-
            marse del que sufre y carga el peso por salvarlos.
                    Que se eche una mirada a las historias de los tiempos, y quedará de-
            mostrado que en semejantes conflictos han recibido con gusto los pueblos
            justas contribuciones; se han observado muchas veces en nuestra amada ma-
            dre la España, y al presente en estos calamitosos tiempos, innumerables indi-
            viduos de ella han ofrecido sus caudales o parte de ellos, sus rentas, sus bienes,
            sus posesiones, y lo que es más sus mismos hijos. Los pueblos de la metrópoli
            se han pensionado en erogaciones, en contribuciones, por lograr la libertad e
            independencia del abominable monstruo que la tiraniza, por vivir tranquilos
            y seguros en ese suelo inmortal; ¿y no se reconocen aquí las mismas causas, no
            se preveen los peligros, no se mira la voluble veleidad del indio bárbaro, que
            jamás retiene gratitud, y que corresponde a inmensos favores con detestables
            deslealtades, atropellando los estímulos de la razón que los agita y sugiere,
            sobre lo que no cabe ignorancia invencible? ¿Se ha revelado acaso que estos
            idiotas apagarán en su corazón el fuego que los ha inflamado en todos tiem-
            pos? ¿Acaso por contribuir para nuestra utilidad y común seguridad seremos
            tributarios para nuestra propia conveniencia? ¿Quién podrá discurrir con ésta
            popular necedad y ridícula insensatez? ¿Porqué no se ha de seguir la venera-
            ble conducta, el inaudito y recomendable exemplo de nuestros amados her-
            manos los intrepidos, los gloriosos, los laudables, los valerosos e invencibles
            españoles? ¿No circula en nuestras venas el honor inmortal de esa valiente
            sangre que nos han propagado nuestros amados padres, para inspirarnos la



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