Page 26 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Volumen 3
Autos seguidos sobre el descubrimiento de los autores de la rebelión de Huánuco - Segunda parte
que con Merced pido y espero jurando que no procedo de malicia Y concluido
para sentencia.
Pedro de Fuentes y Berrio (Rubricado). Antonio Espinosa (Rubricado).
(Margen superior derecho)
José Sanches Ulluco.
(Al margen)
Huánuco 19 de Mayo de 1812. A los de su materia y traiganse. Gon-
sales (Rubricado). Ante mi: Nicolás Ambrocio de Ariza (Rubricado). Mariano
Flores (Rubricado).
Señor Gobernador Yntendente
Don Francisco Calero, á nombre y como defensor de José Sanchez,
conocido por Ulluco, en los Autos criminales que contra él se han seguido,
sobre juzgársele incurso en la insurrección de esta ciudad, y lo demás deduci-
do, respondiendo al traslado de los indicados Autos, en que resulta haber sido
uno de los que se dirigían á los Yndios, digo: Que se ha de servir la esclaresida
justificación de Vuestra Señoría sobre table mandar excarselarse en el acto
al referido mi parte; y en su consequencia declarándosele libre de toda mala
nota; pues así es conforme a derecho, faborable y siguiente.
Basta para convencer la precición de esto refleccionar un poco qual-
quiera que se hubiese visto en la situación de mi parte, tal vez hubiera hecho
sin duda lo mismo. El cree que el único medio de escapar de la suerte que le
amenaza, es ingiriéndose entre la tropa de los insurgentes. El ve que se persi-
gue á todos: que á nadie se perdona, y en tal contraste, él resuelve hacerse en lo
exterior del partido de los yndios. En todo no consultaba sino su vida: veia que
de otro modo no podía librarla y en medio de la revolución, él no tenia ya otro
partido que tomar. Así se determina a la empresa; pero nunca como se supone
en clase alguna de Jefe ó Superior, ni menos como opresor de la patria: al con-
trario él creía que defendía la buena. A tal estado redujo á mi parte el terror
en que entró de que la sublavación tal vez no era un atentado contra el REY ni
contra la procumunal de ningún Pueblo. Su ignorancia también le apoyó este
pensamiento: sí, su ignorancia, la única que precisamente ha de salvarlo en tal
apuro, como tan pública y conocida de todos. Sin dicernimiento, ni luces para
conocer las cosas, se dexó llevar de las primeras impreciones, que grabaron
mas en su imaginacion. A lo que se agrega el pocitivo convencimiento en que
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