Page 29 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La Rebelión de Huánuco de 1812
            apuntados, y todos aquellos que generalmente declaran los testigos, y son que los
            Ynsurgentes no perdonaban a nadie, y con el mayor rigor, y desberguenza los sa-
            caba a todos de sus hogares sosegados, para emplearlos sino en las temerarias
            resistencias que hacían, en otros viles monstruosas, y peculiares á ellas.
                    Francisco Pérez hijo político de mi parte confiesa en el Número Terce-
            ro de la que hace en 3 de Abril, que estando en su Chacra de Yancao el Domin-
            go 15 del pasado llegó a ella Andrés Rodríguez, y le dijo que iba de parte del
            General Castillo por la grande confianza que tenía en él para que se puciese
            en camino de los Pueblos del Partido de Huamalíes, Tarma, etc.: «Que efec-
            tivamente, salieron acompañados con Ygnacio Rodríguez; y su suegro vino a
            buscarlo con dicho Andrés Rodríguez, y haviéndose encontrado en esta Ciu-
            dad, esquina del finado Melchor Pardavé provavilisaron el viaje, y camina-
            ron»: He aquí la prueba de que mi parte no caminó al viaje por su boluntad,
            sino inboluntariamente, porque manteniéndose los Yndios, como es cierto se
            mantenían en la Ciudad, de ella precisamente obligaron, y con exigencia a mi
            parte acompañase á Perez, a fin de que diesen ambos pronto cumplimiento a
            su comición: corrobórase esto por la declaración del mismo Don Manuel Ta-
            lancha en quanto asegura, «que después que los comicionados dieron cuenta
            a Castillo, le ordenó que pasasen á Ambo, como lo executaron, advirtiendoles,
            que diesen parte de lo que ocurriese» lo que en ygual modo, que todo lo demás
            ovedecieron sumisos y llenos de temor: estas razones son partes convinsentes
            de que Ygnacio estava subordinado, y tanto que sin embargo de la inmodera-
            ción de Castillo, que devía haver reparado su ancianidad, y el dilatado camino
            que trajo y que por razón natural le era incapas ingresar hasta el campo de
            Ambo, donde todo era desorden; y altanería, sin altercar rasón alguna pasó
            adelante, y luego que se perdió de vista se ocultó, y retiró a descanzar. Ese si-
            lencio confirma el temor pánico que tenían muchos patriotas al resistirse a los
            mandatos de los Ynsurgentes; porque si lo huvieran echo, es consiguiente que
            sus vidas y Haziendas las exponían a perecer; esto sin observar las Leyes de
            la humanidad, a las quales se ecoje mi parte, mediante a los setenta años que
            cuenta, para que en atención a ellos; y a que es digno de absolución, en virtud
            de que (aunque no se niega que es atrocísimo el delito que cometió por haver
            pasado á los Pueblos de Huamalíes á sublevarlos) fue por la instigación de los
            Ynsurgentes, que a no verificarlo no se dificulta lo pasaría mal; No obstante,
            según la conclución de la cláusula Tercera de la confeción de Pérez, ningún
            efecto causó la diligencia que hizo mi parte; porque lo resistieron los Pueblos



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