Page 49 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Huánuco de 1812
cabeza de los cuales figuraba Crespo y Castillo, pero cuya redacción, a tenor
de los testimonios, se debió a la pluma del P. Villavicencio, aunque el estilo
refleja ciertas similitudes con la «Carta de Ceuta» del P. Durán Martel.
Núcleo fundamental de la sumaria es la pesquisa ordenada por Gon-
zález de Prada sobre el intento de la creación de una Junta Gubernativa Pro-
visoria, con la activa participación de los miembros del Cabildo y de los reli-
giosos criollos y mestizos y en la cual, como decía el Intendente, «se imitaron
las pérfidas ideas de la Junta Revolucionaria de Buenos Ayres». Explicable era
que González de Prada, con su larga y accidentada experiencia en la Intenden-
cia de Cochabamba, se alarmara grandemente al tener noticias de esa Junta
que adoptaba las modalidades fidelistas de las demás americanas de su índole,
pero cuyos ocultos alcances se atisban a través de los testimonios y careos de
la pesquisa. La sagacidad del Intendente, su rápida toma de conciencia de la
gravedad de los sucesos, así como la inmediata acción bélica y la carencia, por
parte de los rebeldes, de un jefe decidido y capaz, impidió que Huánuco fuera
tal vez cabeza, en 1812, de un foco separatista en el Perú.
Las comunicaciones de Crespo y Castillo y de Durán Martel y otros de
los jefes insurgentes a Gonzales de Prada, asegurándole que se había jurado a
Fernando VII y acatado al «Augusto Rey y Cortes que nos gobiernan» fueron
calificadas con justeza por el Intendente de «capciosos oficios» (fs. 36 v.). Por
otra parte, al mismo tiempo le advertían que el pueblo había decidido de-
fenderse, acusaban a las autoridades, en particular al conflictivo Subdelegado
Diego García, de haber hecho abandono de sus cargos, desamparando «sin
el menor rubor» la ciudad, y le reiteraban con persistencia que los indios no
aceptarían el regreso de los chapetones «objeto de sus iras y desesperación».
Los propios Alcaldes de los pueblos indios, portavoces de sus comunidades,
se permiten contestar al parlamento del Intendente, comunicándole que la paz
no les convenía «por ahora», que sus espías y correos les habían informado
que venía acompañado por sus «acérrimos enemigos europeos», y le intima-
ban, a su vez, que no osara entrar a la ciudad.
Las pruebas actuadas en esta sumaria, si bien no muy esclarecedoras
en lo referente al verdadero caracter de la Junta, son ampliamente demostrati-
vas en punto a la autodeterminación del Cabildo, indios, vecinos y religiosos,
criollos y mestizos, para implantar un cambio violento en las instituciones
políticas y una nueva forma de gobierno local. Se produjo el nombramiento de
autoridades políticas, hacendarias y militares y, como consta de los oficios de
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