Page 505 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Huánuco de 1812
en efecto la emprendi con mi muger, mi suegra, y familia, conducidos hasta el
Puente del Tingo por Fray Mariano Berrospi, y acompañados de la familia de
Don Manuel Alcarás, la muger de Don Alfonso Mejorada, y Don José Ponze.
Sin saver el paradero de los demas yo me fui a ocultar en Vicsococha chacra
de Don Nicolás Rosas, abuelo de mi muger en que me mantuve ocho dias;
pasados ellos, y con noticias de estar ya la Ciudad tranquila con patrullas y
guardias, determine regresar a ella con mi muger y familia, y para asegurarme
en mi venida escrivi a Don Domingo Berrospi si podia hacerlo con seguridad.
Su esquela en respuesta que presento, da a conocer claramente que no
deseava yo venir a una poblacion dominada por los Yndios, y si a mi casa de
donde me hizo fugar el desorden y furor de los sublevados. Volvi en efecto a
ella con las seguridades que me ofrecia la esquela de Berrospi y unido a los
fieles al Rey, que havia en la ciudad esperavamos por momentos el aucilio que
se decia venir del Cerro Mineral para la Ciudad. Hasta aqui nada hay en mi
conducta que pueda ofenderla con la menor mancha, y si hasta esta epoca fui
un buen vasallo del Rey, lo fuy tambien en la segunda imbacion de los Yndios
en la Ciudad.
El martes tres de Abril supimos en la Ciudad que los Yndios bolvian
con determinacion de oponerse a los Europeos que se decia estar en Ambo.
En efecto se juntaron en la Ciudad y capitaneado a un numero considerable de
ellos Antonio Espinosa, y José Rodriguez, el primero enemigo irreconciliable
mio por haverlo perseguido por sus exesos en la montaña en el tiempo que
fuy Alcalde de la Quebrada acerca de esta misma insurreccion. El temor de
que este no se valiese de los Yndios para vengarse de mi, me hizo ocultarme
en casa de Don Manuel Berrospi, despues en la de su hijo Fray Mariano, y
ultimamente saltando por las paredes en la de Doña Mercedes Andrea, dando
tiempo a que pasasen los Yndios que hacian ir consigo a quantos encontra-
ban con las mas fuertes conminaciones. Por mas diligencias que hice para no
encontrar en la calle ninguna partida de Yndios, no pude excusarme de caer
en las manos de una que me llevó hasta Visacaca con el destino de empesar
a trabajar un fuerte para impedir la entrada del auxilio. Llegué y con mil as-
tucias y peligros pude lograr bolverme a la Ciudad, y encontrando guardias
en el puente del Tingo que me impedian el paso, les ofreci el hacer guardia en
el puente; con esto quedé alli hasta que descuidados bolvi a ocultarme en mi
casa, y no juzgandome seguro en ella, pasé la noche en casa de Don Tomas
Medrano. Por la mañana saviendo que los Yndios andavan de casa en casa
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