Page 467 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            sobre un tablado inmediato coloca la orquesta que le acompaña: en el extremo
            opuesto de la plaza los negros que habían andado por las calles desde la tarde,
            continuaban sus danzas africanas. El repique de las campanas conmovía los
            edificios, la explosión y ruido de la pólvora purificaba y estremecía la atmósfe-
            ra, la armonía de una escogida música deleitaba la imaginación y los sentidos,
            y los bárbaros y rudos instrumentos orientales con sus groseras pero enérgicas
            canciones formaban el más sorprendente contraste. Lima se había conmovido
            toda desde sus cimientos, y la noche se había convertido en día por la general
            iluminación. Aurora rosagante quédate por más tiempo en los hermosos bra-
            zos de tu Tithon querido; no vengas a desvanecer con tu luz esparcida para
            todos la que Lima dedica sólo al más amado de sus hijos. Mas el tiempo vuela,
            y terminan los tres días señalados para las públicas aclamaciones.
                    En los siguientes días quiso el pueblo dar aún más pruebas de que no
            había concurrido a las fiestas por la brillantez y novedad de los espectáculos,
            ni por las órdenes superiores que habían determinado las noches de la cele-
            bración, sino por el amor que profesaba al Excmo. Señor Baquíjano, y por el
            interés que se toma en sus prosperidades. Así después de haber sido visitado
            en los días anteriores por todos los Tribunales, corporaciones etc., se iban
            presentando diariamente en casa de Su Excelencia todos los gremios de la
            plebe, y en tal grado que hasta las mujeres de plaza divididas en varias clases le
            visitaron a su vez con sus inocentes ofrendas. Una le presentaba un pececillo
            vivo; otra un tierno polluelo; algunas un poco de verduras; otras flores deli-
            cadas; y todas haciendo oblación de lo mejor que poseían, formaban un altar
            de sus manos, y añadían el incienso de su ternura. Escena capaz de conmover
            los corazones más insensibles! Oh virtud del reconocimiento! mira tu templo
            sacrosanto y tus sacerdotes escogidos.
                    Pero cómo podrá jamás la humana elocuencia describir los efectos del
            divino fuego de la gratitud y patriotismo? ¿Quién será el mortal atrevido que
            señalando con el dedo sus obras nos diga: este es el cuadro exacto del inmor-
            tal obsequio que Lima ha tributado al más digno de sus hijos? Oh dichosa e
            incomparable Lima! gloríate más de haber tenido un fruto semejante, que dos
            los infinitos servicios que te distinguen. Y tú sabio e ilustre Americano, repo-
            sa tranquilo en tus heroicas virtudes y en el aprecio universal del extendido
            Imperio de Fernando. Filósofo y Ciudadano, por estos títulos te son debidos
            los elogios, pero no te cebas en recibirlos; y admites las dignidades sólo por la
            proporción que te presentan de salvar con tus consejos la península oprimida,



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