Page 463 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
conocedor del corazón humano habla a cada uno en su lenguaje: y después
de ser enérgico con el militar, sublime con el letrado, pío con el sacerdote,
tierno con el amigo, grave con el grande, afable con el pobre, sencillo con la
mujer, superficial con el niño, lacónico con el esclavo, y sin frases con las cas-
tas, se manifiesta con todos expresivo, grato y decoroso. Como un manantial
inagotable que dando siempre un mismo fluido presenta nueva porción a cada
instante, varía este hombre inmortal, de mil y mil maneras las voces para ex-
presar un mismo concepto, dejándoles siempre cierto carácter distintivo e in-
deleble que las diferencias de todas la producciones del resto de los hombres.
Hablo delante de más de 8 mil testigos de esta verdad incontrastable.
Jamás pudo tampoco conocerse mejor la afabilidad y blandura de su
carácter: porque precisado todos los días a recibir las bendiciones y encomios
de esta ingente población, prestaba con la misma franqueza sus brazos gene-
rosos a las sedas de un personaje, que a los andrajos de un esclavo, y aun a las
fingidas pieles del envidioso; así como el sol, desde que se levanta en la remota
China, hasta que se sumerge en las azules aguas del pacífico Océano, recibe
inalterable el homenaje de todos los pueblos, y reparte benigno sus rayos bien-
hechores aun a las mismas nubes que se oponen a su lucimiento y esplendor.
¡Alma privilegiada! Cuando se presenta a la pública veneración, infunde res-
peto sin reserva; y con una seria sonrisa forma un conjunto tan extraordinario
en su semblante, que sólo puede describirse por las palabras de Lucano:
Talis inest habitus, qualem nec dicere maestum
Nec fluidum, laeta sed tetricitate decorum
Possumus: ingenitae stat nobílitatis in illo
Pulcer honos, et digna suis natalibus ora.
Fueron en fin consagrados por insinuación del Excmo. Cabildo los
días 4, 5 y 6 de Julio para la celebración de los públicos regocijos. El pueblo
anhelaba impaciente la hora señalada: los sagrados bronces avisan que ya es
tiempo: y la ciudad iluminada hasta en los suburbios más remotos disipa las
tinieblas. ¡Oh noche! tu negro manto no servirá para encubrir los delitos del
hombre, tú debes publicar las glorias del benemérito de la patria: tus tinieblas
vencidas por la claridad forman una sencilla alegoría, y presentan al mérito
triunfante de la envidia. Las casas de los grandes ricamente colgadas y cubier-
tas de palmas y festones descubren con las luces el gusto, y la magnificencia:
las de los infelices con un grosero paño y algunas lámparas de poco brillo
anuncian la sinceridad de los aplausos. El Real Palacio, el Arzobispal, Cabildo,
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