Page 466 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                             Celebraciones en Lima en honor al nombramiento de Baquíjano
            con fiestas más suntuosas, en las que el buen gusto compita con el fausto y la
            magnificencia; pero jamás el estéril lujo podrá ser comprado con estos pla-
            ceres animados y patéticos. Los tiranos pueden gozar de aquéllas: éstos sólo
            se consagran al hombre verdaderamente virtuoso. ¡Dichoso aquel a quien el
            Cielo ha dado un corazón sensible, y conoce todo su valor al disfrutarlos!
                    Llegó la noche; el Alcalde ordinario toma en su coche al Excmo. Sr.
            Conde para conducirle a Cabildo, en donde se daba un gran baile en su obse-
            quio: el pueblo le sigue con mil vivas, y en la puerta del Consulado se reúne en
            tanto número que detiene la rápida carrera de los caballos, y acompañado de
            la innumerable turba de sus admiradores, llega a las puertas de Cabildo. Los
            vivas tributados a Mecenas al entrar en el teatro a las fiestas que le consagraba
            la entusiasmada Roma, no fueron tantas veces ni con tanto vigor repetidos por
            el eco de las riberas del Tíber y Vaticano, como los de la dichosa Lima por el Rí-
            mac y Casas Consistoriales al entrar en ellas el verdadero Mecenas Americano.
                    A la hora señalada empezó el baile: el Excmo. Sr. Virrey completó con
            su obsecuente asistencia lo majestuoso de la asamblea, y su amabilísima hija
            coronó el lucimiento con sus gracias y hermosura. Las señoras y caballeros
            del primer orden triscan enlazados en las festivas contradanzas: en éstos se
            muestra la destreza y agilidad, y en aquéllas además compite la belleza con
            el adorno. ¡Qué cuadro tan delicioso! Ven orgulloso y pretendido Paris, ven
            y señálame la que preferirías con tu manzana de oro: mira a tu soñada Venus
            reproducida a cada lado; repara el erguido cuello de ésta, atiende a los ligeros
            y medidos pasos de aquélla: ¡qué gala! qué mejillas! qué ojos! qué donaire! Tú
            que al pronunciar tu juicio te viste seducido por el cinto de la Diosa, observa
            cuantos hermosos cintos forman esos delicados y elegantes bustos! Mas no en
            vano te fatigues: difícil es hallar razón de preferencia: divide tu premio en mil
            porciones, o dalo entero a una sola, y no temas que la discordia consiga tomar
            asiento en la unánime y alegre asamblea de un pueblo que celebra las glorias
            de uno de los fundadores de su inalterable Concordia.
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                    Mientras que la nobleza se entregaba a las delicias del baile y de los
            manjares en Cabildo, el pueblo rebozaba de júbilo y entusiasmo en medio de
            la plaza. El pueblo, sí, esa porción la más abatida, pero la más preciosa de las
            naciones, corre por la calle del puente a la plaza con carros y castillos de fuegos
            artificiales colocándolos alrededor de los que estaban ya fijos de antemano; y
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            1. El Regimiento de la Concordia Española del Perú, de que era Auditor de guerra el Excmo.
            Sr. Conde de Vistaflorida


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