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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
soberano. El imparcial lo ha de juzgar todo, y satisfecho de esta esperanza, voy
prosiguiendo.
Bien deseara no continuar mis reflexiones sobre las dos enunciadas
citas, pero la necesidad y la defensa de una justa causa me lo exigen, para
demostrar que esta oración y todos los de la Cábala de este descarriado maldi-
ciente, han imbuido al virrey en una doctrina tan desunida de la verdad y de la
protección de los derechos de la corona; deseo que se traiga vuestra excelencia
a su vista la copia de la carta que escribió al reverendo obispo del Cuzco sobre
parlamentos con los indios y ofertas de castigar a los recaudadores de rentas o
imponedores de pensiones, la cual hallará vuestra excelencia en la mía núme-
ro 326 ya citada.
La prueba de esta seducción y su ejercicio tomado incautamente sin
autoridad y sin examen, lo tiene vuestra excelencia allí y en las cláusulas de
este propio folio 72; óigalas vuestra excelencia dice así: «Temblarán esos cri-
minales subalternos: pues el delito, el vicio y desarreglo no encontrará protec-
ción que le ensoberbezca, ni impunidad que lo disimule».
No puede estar más clara la lección, inspiración o seducción, si más
pronto el ejercicio de ella: véanse sus datas y permítaseme decir que cuanto
hace y obra el virrey va por estas arriesgadas doctrinas. Lo diré en menos pa-
labras: por este doctor y cuantos se conocen aquí que piensan como él, cuya
estirpe de libertades conviene enmendar con la dulzura y misericordia que
quiero les predique lo tarde que toman la enmienda y lo mal que dedican el
tiempo en leer las obras seductivas y peor usadas que traen entre manos, sin
respeto al tribunal que tiene proscriptas algunas de las que se usan para apo-
yar este papel.
¿Es posible que así se predique en un teatro público contra los minis-
tros del rey, o contra los recaudadores y custodios de los derechos de la coro-
na? ¿Si hay alguna falta, descuido o defecto en ellos, no sería mejor avisarlo en
secreto para que no se escandalizase y se hiciese ingrato su nombre?; en una
palabra, ¿no sería mejor reprenderlos con el orden de la caridad, que no blas-
femarlos de este modo para que los blasfeme también el pueblo y se levante
contra los que recaudan y custodian el caudal del estado? Sí, sería mejor, pero
no se quiere así: se desprecia la recomendación con que quiere la ley se trate:
esto es, como criados de su majestad, y se maldice contra el que solicita hacer
mudar este estilo y que todos sirvamos respectivamente al soberano y a la
nación, de forma que este papel hace más bien el retrato de la insolencia, que
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