Page 674 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Volumen 6
                                                         Causas criminales seguidas contra los rebeldes


                    En la ciudad del Cuzco en veinte de junio de mil setecientos ochenta y
            un años. Yo el Escribano leí e hice saber el contexto del Decreto antecedente a
            Don Francisco Molina y Don Francisco Cisneros, quienes dijeron nombraban
            por su defensor al Doctor Don Miguel de Iturrizarra y de ello doy fé.
            Tomás de Gamarra
            Escribano Público
            (rubricado)


            [Certificaciones expedidas por el cura Manuel de Boza. Abril 5, 1781].


                    /.20 El Doctor Don Manuel de Boza, Cura propio de la Doctrina de
            Santo Tomás y residente en este pueblo de Tinta.
                    Certifico: en cuanto puedo y ha lugar en derecho, que habiendo con-
            tratado con Don Francisco de Cisneros y otras personas en el mismo pueblo
            de Tinta, aprehender o matar al rebelde Tupa Amaro y su familia, la noche de
            cinco del corriente, y franqueado el dicho para ello algunas armas de corte y
            un balcón hacia la parte de la plaza, llevando sus balaustres de un cañonazo de
            noche, para que por allí entrase la gente, que debía concurrir a dichas prisio-
            nes, no tuvieron efecto por hallarse bien guardado el rebelde con soldados e
            indios, y dicho día cinco, por habernos dado noticia de que la mujer del rebel-
            de, había dado orden al tiempo de su fuga, para que quemasen en el cuarto de
            un horno a siete eclesiásticos, que estábamos presos y a dicho Cisneros gana-
            mos el coro de aquella iglesia, sacando primero de la Casa de Cabildo algunas
            armas y municiones, que allí tenía el traidor Tupa Amaro y todo ello se pasó a
            dicho coro, para contener los indios que pedían a gritos la cabeza de Cisneros,
            por haber sacado estos pertrechos y los presos que estaban en la cárcel senten-
            ciarlos a padecer la misma pena, entre los que conocí a Mariano Cataño. Toda
            aquella noche insistió el tumulto en que saliese Cisneros y sino quemarían la
            iglesia, todos estos hechos los presencié y asistí con el dicho y con Hermene-
            gildo Delgado, que concurrió a ellos; sin embargo, de la multitud de indios,
            que había en esta plaza, los que se disiparon con noticia de la inmediación en
            que estaba la tropa del Rey, habiéndose mantenido toda la noche en la misma
            gritería, tirando balazos a la iglesia, sin que hubiese habido quien concurriese
            a contenerlos, , ni a ejecutar lo que va /.20v referido, sino yo, el mencionado
            Cisneros y Delgado, pues los demás no quisieron desamparar el lugar sagrado



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