Page 550 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 5
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Volumen 5
                                                           La defensa del obispo Moscoso: Cargo 14º
            nuestra America en las maximas de su gentilismo tan sequazes de los ritos y
            costumbres de sus antepasados y tan adictos a sus supersticiosos, dogmas y
            tradiciones, creciendo mas mi fatiga al reconocer que en mas de doscientos
            años de conquista, ni se han reducido a los planes de nuestro gobierno politi-
            co, a la firmeza de nuestras leyes, ni a la seguridad de nuestra religion. Es
            digno de admirarse que en tantos años que se versan con frequencia entre los
            españoles, ni estos les hayan separado de sus vicios, ni ellos hayan seguido el
            exemplo de los buenos ellos se mantienen constantes en sus agueros, pegados
            a sus ceremonias y tan centricamente metidos en sus antiguas impresiones,
            que parece imposible introducirles por camino alguno. No se si el pribilegio e
            indulgencia con que se les ha tratado, haya operado mas en ellos, que nuestro
            descuido. Lo cierto es que segun vemos las cosas, será obra de sumo trabajo
            reducir a los yndios a aquel grado de policia que tanto encomiendan nuestras
            leyes; ven estos naturales que el cuidado nuestro a nada mas se ha encaminado
            que a aprovecharnos de su trabajo, utilizar de sus labores y que por lo regular
            se ha omitido desarraigar de que hoy es naturaleza en el yndio esta innata
            propension y el caracter indeleble de su estado. Parece que los españoles, que
            han cuidado o devido cuidar de su educacion, han llebado por norte dejarlos
            sumergidos en sus costumbres y que solamente se ha notado por tal qual zelo-
            so evitarles, lo que es peligro formal de subvercion acia la fé; pero en manera
            alguna lo que debilita y aun totalmente resfria aquella sujeccion hacia el lexi-
            timo soberano cuya imagen devia ser todo el objeto de su atencion. Tengo
            experiencia en muchas partes de este reyno y especialmente en todo este obis-
            pado de mi gobierno que no tienen los yndios, principalmente aquellos que
            lleban el titulo de nobles curacas e yncas, otras ymagenes en sus quadras o
            antesalas, que las de sus antepasados, sus reyes o sus mayores, en aquellos
            mismos trajes y figuras que usaron en el gentilisimo. No se ven otras armas
            que las que llebaba aquella nobleza; notable abuso, que si se exercitase en aquel
            tiempo que dominaban aquellos monarchas, poniendo efigies y blasones de
            estraños reyes, seria delito punible con el mayor rigor de sus sanciones, como
            lo seria entre nosotros, si algunas naciones estrangeras, subyugadas a nuestros
            dominios, usasen de lo mismo y mantubiesen a la vista otros objetos de su
            veneracion que no fuesen los reyes en cuya subordinacion se hallan. Son los
            yndios una especie de racionales en quienes hace mas imprecion lo que ven
            que lo que se les dice, tienen a los ojos las imagenes de sus ascendientes, los
            escudos con que ennoblecian los reyes a sus abuelos y es consiguiente presten



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