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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
mia ocupe en lo que fuere de su mayor agrado y obsequio pues deseo compla-
cerlo. Tengo hechas varias remisiones a esa ciudad del Cuzco por mano de
algunos eclesiasticos, deseando lo que combiene para el resorte de la Paz y
tranquilidad que tanto desea mi inclinacion, deben de ser mis justas peticio-
nes, no muy combenientes al sosiego de los fomentadores de esta sedicion,
por que les serviría segun presumo de embarazo a sus intereses, mas los sub-
sidios particulares no deben ser obstaculos para el bien de la republica, quan-
do lo contrario es disminucion de la sociedad política y racional, causado el
alboroto por la muerte de don Antonio Arriaga, Correxidor que fue de esta
provincia de que despues daré a vuesa señoría razon de ello, bajé a esa ciuda-
d·del Cuzco, con animo de que todo lo mandado por su magestad, que Dios
guarde, se llevara a devido efecto y hechas las capitulaciones con los señores
de ese ylustre Cavildo y Regimiento, se publicara la paz y tranquilidad para el
bien de esta America. Mi animo fue no maltratar, ni inquietar sus moradores
por causa de algunas estrañas, mas los interesados corregidores alborotando
la ciudad, figurando de que yo hiba a demolerla a fuego y sangre (cuyo hecho
era directamente contra la corona del Rey mi señor) hicieronme resistencia
los moradores, con grandes instrumentos velicos, a cuyo hecho me vi coacta-
do a corresponder. No soy de corazon tan cruel, ni tirano, como los estrange-
ros correxidores y sus aliados, sino christiano muy catholico, con aquella fir-
me creencia que Nuestra Santa Madre Yglesia y sus sagrados ministros nos
predican y enseñan, columbré la ciudad y sus moradores y al mismo paso, que
fogoso Marte me combatia representaronme las ideas de mis potencias, la
grande lastima que padecia para no imitar tirano a Tito y Vespasiano, que
destruyeron a Jerusalen, veneré con grande llanto las sagradas ymagenes, que
en publico se expusieron, vi las religiones de las esposas de Jesucristo mi re-
demptor, esos coros angelicos de religiosos claustrales y aunque me insistieron
con grande empeño a que siguiera la empresa por haber de mi parte multitud
casi sin numero, no quise imitar a Saul, ni seguir las huellas a un Antioco So-
berbio, antes dí satisfaccion a mis tropas de que babia recivido recados de
grande paz para bolver en otra ocasion. De esto que tengo dicho podran infor-
mar don Antonio Figueroa y otros muchos españoles que se entraron con él y
asi determine retirarme hasta hoy dia de la fecha por ver si de esta manera
conseguia la tranquilidad y destierro de los corregidores, desde entonces a
esta parte por arrojarme a otros males me han estado persiguiendo y provo-
cándome con barios desastres, quemando pueblos, matando mugeres y criaturas,
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