Page 236 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 5
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Volumen 5
                                                           La defensa del obispo Moscoso: Cargo 10º
            cuya doctrina avitava el citado revelde, me acuerdo que este no se hizo presen-
            te alli, ni movido de aquel acto de urbanidad, ni de la curiosidad que atrajo
            con motibo de aquella consagracion muchas gentes de remotas provincias y
            lugares. Pasada esta ocasion donde pudo vuesa señoría ylustrisima haver co-
            nocida a Tupac-Amaro, si le hubiesen atraído alguna de aquellos dos motibos
            jamas supe que despues, antes de la rebelion que fomentó se hubiese presen-
            ciado a vuesa señoría ylustrisima ni menos que huviese tenido motivo de
            mantenerle correspondencia por escrito, y es quanto puedo contextar al cita-
            do primer punto.— El segundo me da margen no tanto para contextarlo quan-
            to para admirar los resortes que ha querido poner en movimiento la maledi-
            sencia para hacer una imputacion tan agena de toda verocimilitud, que ella
            por si sola basta para destruirse, sin que sea forsoso rebatirla; pero no obstan-
            te diré limpiamente, que antes de recibir el oficio de vuesa señoria ylustrisima
            jamas supe se le quisiese imputar, lo que con dificultad creería de un otro
            hombre, que desnudo de todo caracter estuviese solo rebestido de una media-
            na razon. Al tercero reducido a preguntarme, si sé los motivos o causas que
            huviese tenido el traidor para cometer aquel atentado y para romper en la es-
            candalosa revelion que esperimentamos, digo; que despues de su pricion ha-
            llandome en la provincia de Tinta de capellan en la coluna que comandaba el
            señor ynspector general don Josef del Valle oí por cosa mui valida que despues
            que regresó aquel de esta capital a su residencia en el pueblo de Tungasuca
            descubrio sus depravadas intenciones, entre otros a don Lucas Aparicio espa-
            ñol vecino del pueblo de Checacupe en la misma provincia, quien teniendose
            por buen servidor del rey, lo delató por dos vezes al justicia mayor que en
            Tinta mandava antes que tomase el govierno de ella don Antonio Arriaga.
            Esto devió de suceder presisamente a principios del año de setenta y ocho o
            fines del anterior, aun hallandome yo de cura coadjutor en Langui. Lo cierto
            es, que Aparicio notando tal vez el desprecio con que se miraba su delacion y
            que no se tomaban algunas precauciones contra Tupac-Amaro, abandonando
            la provincia de Tinta y en ella su patrio suelo pasó por Langui dirigiendose a
            Potosi donde entonces supe se havia hido a establecer con su muger y demas
            familia; no se si recelendose del yncendio que en su concepto amenazaba. Si
            dicho Aparicio aun vive en aquella villa o en sus inmediaciones no seria muy
            dificil averiguar lo cierto de esto para que se vea que el rebelde tenia meditado
            su iniquo proyecto, mucho antes que vuesa señoria ylustrisima pensase ser
            promovido a la Mitra del Cuzco.— A lo dicho tambien podré añadir lo que yo



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