Page 232 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 5
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Volumen 5
                                                           La defensa del obispo Moscoso: Cargo 10º
            en este enrredo y que los yndios esten tambien inquietos y perdidos, sino es
            ese ladron de Arriaga, que con sus tiranias y mal genio obstilizó a todos los
            vecinos españoles e yndios de esta provincia que arta cuenta habrá dado ya a
            Dios. Pues han de saver ustedes que haviendo llegado del Cuzco al pueblo de
            Tinta triumphante de sus asunptos al dia siguiente me mando llamar dicien-
            dome compareciese en su presencia como de facto me hice presente y havien-
            do entrado a verle me recivio en su sala en pie lo que en otras ocasiones me
            franqueaba asiento y me dixo: Pues Tupa Amaro sabes para que eres llamado?
            le respondi no se señor: has de saver que en el termino de ocho dias me has de
            pagar quanto me estas debiendo de reparto, bulas y tributos y le respondi estas
            palabras: Señor en tan corto tiempo, no podré si usted no me da un plazo
            competente como de cinco o seis meses; a esa pregunta me respondio inmuta-
            do diciendo que por ninguna manera y que havia de satisfacerle dentro de los
            dichos ocho dias. Ultimamente hice mis suplicas traiendole a la concideracion
            el estado tan esquilmado en que se hallava la provincia y sus habitantes y que
            me diese algunas treguas si quiera de dos o tres meses y que vajando al Cuzco
            empeñaría mi credito aun que supiese conseguir dinero a censo a fin de pagar-
            le y no darle motivo; aunque por lo que hace a los tributos desde luego le sa-
            tisfaría en el termino de los ocho dias, me replicó que no pensase en eso y que
            ni en los mios, ni en los agenos vajase al Cuzco y que estuviese entendido que
            estaba con un don Antonio Arriaga y que desde la conquista no havia pisado
            la presencia hombre de su tamaño y circunstancias, y que sinó le satisfacía
            todo el cargo en el termino de quince dias a la buelta de la vicita de los pueblos
            altos, estuviese cierto, remataría mis vienes, muger e hijos y tambien me plan-
            taría en una horca y como no pude conseguir cosa alguna con mis deprecacio-
            nes le condecendi y le dije que si y me despedí de él, quando al paso me encon-
            tré con don Felipe Castro vecino y cobrador del pueblo de Pitumarca en la
            puerta del Cavildo y me dixo: Compañero como ha hido? le respondí: como
            me ha de ir? quando estoy desesperado: en fin entre usted no nos vea parlar y
            busqueme usted fuera del pueblo donde le aguardo. Entró don Felipe Castro a
            quien lo recivio de la misma suerte que a mi de juro le obligó a que le havia de
            aprontar trescientas fanegas de trigos y le dixo: Señor aun en todo el distrito
            de mi cargo no ai tantas: indignose el Corregidor y le dixo a Castro oiga para
            las contratas y remesas tuias para el Collao hai trigos y para mi no ay: pues
            para la buelta de la vicita de los pueblos altos me has de disponer cien fanegas
            que necesito para aviar al trapiche de Villcanota y lo demas en plata y cuidado



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