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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            ellos. De aqui resultaba, que ni cumplían con los preceptos de Nuestra Santa
            Madre Yglesia, ni con las divinas y naturales, con otras consecuencias de suma
            consideracion que se manifestaran en adelante.— Pero que mucho quando era
            publico y notorio assi en la citada doctrina como en otras partes, que el dicho
            Doctor Don Justo en veinte y seis años y mas que tiene de cura de Yauri, segun
            prudentes congeturas, no se habia impuesto en el ydioma yndio para predicar-
            les y exortarles debidamente conforme a las maximas de San Pablo, sin perder
            ocacion oportuna ni importuna, y raras veces o ninguna se habia sentado en
            el confessonario para conocer los achaques y enfermedades de sus obejas y
            proveerles el remedio a proporcion de sus males, sin haber persona que diga
            con verdad entre sus parroquianos que alguna vez le administró su parroco
            algun sacramento en su morada quando la necessidad lo pedía. Ni otra vez
            habia subido al pulpito, fuera de otra en que Don Francisco Guambotupa,
            Cacique de aquella doctrina de la parcialidad o aillo de Cana, lo obligó a fuer-
            za de ruegos y regalos que le predicasse un dia de la semana santa, para auto-
            rizar su funcion el año que fue alferez o prioste de una procesion, como lla-
            man los yndios. Asi me lo confesó el dicho Guambotupa en el sementerio de
            aquella yglesia en presencia de muchas personas a tiempo de doctrina, cuya
            declaracion releva mi verdad, por ser su compadre y clientulo de su casa.—
            Por lo que toca al templo de su yglesia lo hallé destituido de todas las señales
            del cuidado sacerdotal y que publicaba con mucha eloquencia la suma decidía
            que hubo en orden a su culto, pues sus techos amenazaban su ruina dentro de
            poco tiempo, las sagradas ymagenes, altares, sus adornos, paños y manteles
            tan sucios que en muchissimos años no les havia tocado mano alguna devota.
            La plata labrada con un menoscavo harto considerable de sus piezas, a causa
            de los ladrones y descuido del operario, como lo hace patente el ymbentario
            hecho primeramente por el Doctor Don Vicente de la Puente y segunda vez
            por el Licenciado Don Faustino Rivero, curas en este obispado y juezes comi-
            sionados que el zelo de vueseñoria Ylustrissima embió a la referida doctrina
            de Yauri a fin de mirar por el explendor de su esposa. Es constante que el Doc-
            tor Don Justo reconociendo que por su descuido se llebaron una crismera
            llena del oleo sagrado, no aplicó la mayor diligencia para averiguar donde es-
            taba y mas horrorizados se sintieron los sacristanes de semejante sacrilegio,
            pues con vigilante inquisicion encontraron con el ladron y entregaron a su
            cura, quien sin hacerle exibir aquella sagrada alhaja lo largo impune por ge-
            nial inaccion que le domina. Las rentas de la yglesia sin tener un libro, ni



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