Page 138 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 5
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Volumen 5
                                                            La defensa del obispo Moscoso: Cargo 6º
            golpe de ojo para registrar los intereses, culto y veneracion del santuario, ni un
            capellan que correspondiesse con lealtad a nuestro Soberano, en la execucion
            de sus justissimas y equitativas sanctiones.— Primeramente por lo que respec-
            ta a la distribucion de la semilla evangelice vi que aquel animado terreno, ha-
            bia estado sumamente arido y sin fruto alguno saludable, pues de ocho mil
            almas poco mas o menos que abraza aquella jurisdiccion exeptos veinte o
            veinte y cinco yndividuos a todo andar no solo ignoravan (todos) los misterios
            necesarios con necessidad de medio, y como las operaciones de la voluntad
            siguen las del entendimiento, era consiguiente preciso que cada uno viviese
            segun las leyes de la carne, y no conforme a las verdades infalibles del espiritu.
            Esto lo demuestra la experiencia de que muchos de ellos estaban mal acos-
            tumbrados a entrar en el templo y estar en él con las monteras y sombreros
            puestos sobre sus cabezas, lo califica el ningun conocimiento que tenian de la
            real y sacramental presencia de Nuestro Señor Jesu-Christo vaxo las especies
            de pan y vino, porque quando les exponia a la vista, en las proseciones de re-
            novacion, de fiestas de Corpus y visita de enfermos sobre mis indignas manos,
            era cosa de llenarse de horror y espanto y de vertir arroyos de lagrimas, al ver
            que no solamente no hincaban las rodillas, debiendo hacerlo con el cielo, con
            la tierra y con el ynfierno, sino que sin deferirle aprecio alguno a su augusta y
            divina magestad le volvian las espaldas sin quitarse las monteras y sombreros,
            de suerte que movido de una zelosa indignacion passaba a exprobarles con el
            bautista, llamandolos con razon hijos de biboras y de perdicion aun interrum-
            piendo no pocas veces la prolacion de los Psalmos lo indica la grande adver-
            sion que habian concebido a congregarse los dias domingos y otras fiestas
            solemnes a rezar la doctrina christiana y a la explicacion de los misterios de
            nuestra religion, porque de tanto numero de almas apenas conseguia exfor-
            zando todos los medios que podia empeñar el que asistiesen quarenta o cin-
            cuenta, y aun estos a la reserva de algunos españoles devotos, con enfado y
            tedio del sacrificio y ritos sagrados pero los demas que venian al pueblo de sus
            estancias en tales dias unicamente a proveerse de vastimentos en la plaza, casi
            todos arraigados en un morro que esta cerca del cementerio, sin mas Dios que
            una solemne borrachera y multitud de cantaros de chicha, que se fijaban alli
            antes del sacrificio, sin poder desarraigarlos de su puesto sacerdote alguno sin
            exponerse a sufrir dicterios e iniquas desverguenzas de aquellos feligreses tan
            mal disiplinados, como habituados a no tener padron alguno, ni otra cosa
            equivalente puesta por su cura, por donde solicitarlos e inquirir la falta de



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