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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            que son según un profeta como la flecha traidora que apunta a un objeto para
            dirigir a otro muy distinto.
                    Todo nacional es más o menos hipócrita de su delito, y lo es mayor en
            el que pueda castigar el mundo, que en el que pueda vengar únicamente Dios;
            porque éste y no aquél penetra el fondo de nuestro espíritu. Entre las muchas
            máximas de la política de Su Ilustrísima es, una de ellas, hacer comunes sus
            causas y negocios; recelo hay mucho de esto en el presente, ya por espíritu de
            partido, y ya por fines particulares. No podemos negar que hace cuatro días
            estuvo toda esta América contra nosotros pues, ¿cómo le han de faltar vale-
            dores al Señor Moscoso? El gobierno de esta ciudad es hechura suya, y hay
            muchos que interesan de varios modos en su conversación. Toda la Diócesis
            le teme, más allá de cuanto se puede explicar. Su Ilustrísima no se descuida en
            reforzar, y acalorar a estos defensores desde Lima. No hay correo que no traiga
            noticias triunfantes de su actual estado. Sirva de ejemplo lo que acaba de re-
            ferir su gran confidente Don Marco Tapia y Marambio, esto es, que aseguraba
            el Señor Obispo estaría aquí por Octubre próximo, con la ruina de todos sus
            émulos; que había muerto el Señor Jáuregui con la pena de haber entrado en
            su causa, de la que no sabían como salir los que le habían entrado en ella; y
            que merecía gran favor al nuevo Señor Virrey; preguntándole yo, que a quien
            escribía tales cosas, me respondió, que a todo el mundo. El que conozca este
            País, es el único que penetraría bien la brecha que abrirán estas máquinas in-
            cesantes; así, es muy necesario, haga en él, el Señor Obispo cuantas probanzas
            sean de su agrado; mas si en el día se mudase el actual teatro que domina,
            viéramos al punto que no tiene este señor un corazón suyo: y supiéramos tales
            entresijos que hicieran grandes bultos en la historia de todas las naciones.
                    No dudo que entre los servicios al Rey, hechos por el Señor Obispo,
            puede haber algunos verdaderos, luego que vió perdida la empresa; porque lo
            persuaden así las reconvenciones del Diego Túpac Amaru, las cuales fueron
            tan fuertes, que si Su Ilustrísima las niega, porque estuvimos solos, yo me
            ofrezco a que libremos la verdad del caso a un juramento execratorio, por el
            cual quite Dios la vida en el momento, para escarmiento de los malos, a cual-
            quiera de los dos que no la dijere. Esto es lo más que entiendo yo, pueda haber
            de realidad en este laberinto de papeles. Las cartas del Señor Areche que su
            Ilustrísima me ha leído a mí, y a otros muchos creeré no prueban otra cosa
            que la sagacidad de aquel buen ministro del Rey; porque sabe muy bien, y está
            expreso en el Señor Solórzano, que en estos acontecimientos con los Obispos



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