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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
su inspección; y en ambos porque la seguridad de estos Reinos se debe preferir
a cuanto se trate siempre acerca de ellos. Esto es lo que contemplo de mayor
conexión en tan importante materia, y si el Señor Obispo lo supiese, vería que
todo hombre de juicio echaba de ver que le amo yo, como Dios me manda; y
que estoy muy lejos de ser su enemigo, como cree por su desventura, sin otro
fundamento que el de haber sido, y deber ser yo apasionado por mi Rey y por
mi Patria; todo lo que protesto ser así en la presencia de Dios, de sus Santos
Angeles y de la Purísima Reina de ellos.
Finalmente, me parece indispensable para el bien y satisfacción que
debe haber de estos reinos, se saque también de ellos a los que se han remitido
a Lima, y a algunos otros que permanecen en la Sierra, sin hacerles mal algu-
no; que se ponga el mayor cuidado en el nombramiento de Curas, desde Lima
a Potosí; y que no queden sin algún castigo los abogados y demás personas
que hicieron, y excitaron a las súplicas de las sentencias dadas a Farfán y sus
compañeros, a Diego Túpac Amaru, y a los suyos; y que se hagan florecer, en
fin, la justicia y la abundancia, que son los dos ejes necesarios y únicos, en que
se ve la quietud y felicidad de las naciones. Nuestro Señor guarde a Vuestra
Señoría muchos años.— Cuzco 18 de Junio de 1784.— Besa la mano de Vues-
tra Señoría su más atento servidor.— Simón Jiménez Villalba.— Señor Don
Benito de la Mata
(A.M.C.D.V.)
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