Page 725 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            sus violencias y extorsiones y menosprecios; les ahuyentan y entibian el amor
            de Dios y de sus Santos; de donde nace otra mayor desdicha; y es que los pá-
            rrocos y sus tenientes olvidan las obligaciones de su ministerio, y solo aspiran
            al logro del beneficio: esto sucede en los mas de los pueblos, porque son mas
            los correjidores inicuos, y asi un mal llama á otro.

                    Se oponen al Rey en esta forma: hay muchas haciendas en los lugares
            respectivos á sus jurisdicciones: estas tienen indios yanaconas asistentes: de
            estos, tales y cuales pagan tributos, y los mas son vagos, porque no conocen
            territorio para que cojan el reparto: todos son traidos por minuta y para la
            recaudación de tributos, nada de esto se repara y observa. Ellos llenan los
            Obrajes, Cañaverales, Cocales, con sus intereses: cobran lo que es suyo con la
            mayor vigilancia, lo qué realmente no deben; y los tributos, debiendo ser lo
            primero del trabajo de los indios, son olvidados: ocurren sus Caciques y no
            son atendidos; antes se ven privados de sus bienes, porque los nombran para
            dos ó tres años ó tercios por verlos acomodados, y al cabo les rematan sus bie-
            nes con pretesto de que deben de tributos, y ¡cuántos de estos se ven pordio-
            seros! Como los indios se ven imposibilitados con hacerles algunos servicios
            personales, los contentan: ellos tienen entradas y salidas, tratos y contratos, y
            con pretesto que son productos de la provincia, siendo ramos muy distintos
            de la Tarifa, no pagan las reales alcabalas.

                    De estos dos capítulos infiera US. si los indios ó los correjidores son
            apóstatas de la fé, traidores al Rey. Mal se compadece de que seamos como
            ellos nos piensan, cuando en ellos se verifican las razones predichas; luego
            ellos deben ser destruidos á fuego y sangre en el instante; luego matando no-
            sotros á los correjidores y sus secuaces, hacemos grandes servicios á su Ma-
            jestad, y somos dignos de premio y correspondencia; mas como ellos con sus
            cavilaciones y empeños figuran las cosas á su paladar, siempre nos hacen dig-
            nos de castigo.

                    Imposible parece que los correjidores dejen de pensionar en grande
            cantidad los reales haberes á causa de las circunstáncias presentes; mas la cul-
            pa no es nuestra, sino de ellos, por la precipitacion de ministros, que no tra-
            yendo á colacion las prevenciones reales ya dichas, han hecho de las suyas sin
            reflexion para que los correjidores con mayor fuerza vuelvan á recobrar sus
            intereses, que á haberlas ellos ejecutado como se debe, nada de esto hubiera
            habido; y es de reparar qua en varios pueblos circunvecinos han habido fra-


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