Page 480 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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                    (Al margen: Declaración).
                    En este pueblo de Paruro, en diez y ocho días del mes de noviembre de
            mil setecientos ochenta años. Yo el General Don Manuel de Castilla; Corregi-
            dor por Su Majestad de esta provincia de Chilque y Masques hice comparecer
            ante mí y testigos a Fernando Laurel, vecino de este pueblo, a quien los días
            antes de la fecha despaché al pueblo de Urcos con una carta dirigida al Corre-
            gidor de la provincia de Quispicanche y no encontrándolo en dicho pueblo, le
            fue preciso pasar al de Sangarará por noticias que adquirió de que dicho Co-
            rregidor se hallaba en aquel lugar con su gente; y para que pusiese su relación
            con verdad le tomé juramento y lo hizo a Dios Nuestro Señor y una cruz bajo
            del cual prometió decirla de lo que supiere y le fuere preguntado, y siéndolo
            al tenor de las preguntas que se le hizo por un intérprete dijo: Que habiendo
            llegado a los altos de Sangarará, se vio detenido por unos indios guardas que
            había en aquel lugar, y se quedó en compañía de ellos hasta las cuatro de la
            mañana poco más o menos; y al rayar el día fueron bajando a dicho pueblo
            de Sangarará en compañía de los citados indios, que le impidieron el paso
            aquella noche, y vio que José Gabriel Tupa Amaro se apareció en un caballo
            blanco acompañado de gente y que pegó fuego a la casa de un cacique de aquel
            lugar y que dio unos gritos, a los que se juntaron en breve rato una multitud
            de indios que cercaron la tropa de españoles que llevaba dicho Corregidor, y
            hallándolos descuidados los atacaron, de suerte, que viéndose ellos tan bur-
            lados, ganaron la iglesia; y después que mató a los que quedaron fuera, em-
            bistieron a los que estaban dentro, pegando fuego por el techo, por ver que se
            resistían con sus armas de fuego por las ventanas; y hasta que viendo abrasarse
            dicha iglesia fueron saliendo, y al paso que salían de ella, los iba matando; de
            suerte, que, según dice el declarante, no quedó ninguno vivo: Durando esta
            lucha desde las citadas horas hasta el mediodía, que lo estuve viendo todo .Y
            ya, solo porque los indios de su compañía lo dejaron por acudir a la batalla; y
            después que feneció la bulla se vino a este pueblo de Paruro a darme cuenta y
            noticia de todo, y dijo ser esta la pura verdad de .lo que había visto, que tiene
            declarado en fuerza del juramento que hecho tiene y que se ratifica, en ello, y
            dijo ser de edad de veinte y cinco años poco más o menos.— Don Manuel de
            Castilla.— Por testigo e intérprete.— Miguel Vértiz y Tristán.— Ramón de la
            Llave.— Antonio Laso.— Cipriano de Sotomayor.— Tomás de Sotomayor.







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