Page 423 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            qué hace Vuestra Merced aqui mi general, antes de dos horas le habrán a Vues-
            tra Merced entregado? quise asir a uno y huyeron sin que tuviese arbitrio de
            seguirlo por hallarme solo, lleno de confusión viendo irremediable el daño me
            retiré a mi casa y en ella no hallé mas que desorden y aboroto que hubo a mi
            entrada y a breve tiempo quedó sin que hubiese en ella más que los corregido-
            res citados, los señores Moscosos y algunos otros europeos quienes viendo el
            absoluto abandono de las gentes se vieron en la necesidad de acojerse a un
            destino mas seguro en que poder resguardar las vidas para emplearlas con
            mas utilidad en servicio del soberano. A las once y media ya no tuve ni a un
            pongo a quien mandar me trajese un vaso de agua y baste decir a Vuestra Ex-
            celencia que siendo el Corregidor, no pude conseguir ni una mula para cargar
            unas mantas con que resistir los excesivos fríos y quinientos pesos con que
            alimentarme yo y mi familia, pude detener hasta con amenazas de fuerza a
            fuerza al Escribano, que me diese un testimonio de la hora en que salía, que
            era la de cerca de las cinco de la mañana en que nadie había en el pueblo y en
            un caballo chúcaro, pues hasta mis mulas me faltaron, salí de el con el acerbo
            dolor de ver dispersa mi gente, sin el menor asomo de esperanza para poder
            reunirla, sin más que lo que tenía sobre mi cuerpo, llegué a ésta y en la misma
            conformidad pienso pasar a Lima por juzgar conveniente mi ida a que se to-
            men las mas vivas disposiciones para acudir al remedio de este año, me pon-
            dré alla en siete días, pues hay surta una embarcación en Quilca donde se
            conducen los caudales que había en esta caja, ya llegó señor el punto en que
            sin que Vuestra Excelencia y el Señor Virrey de Lima apliquen su poderosa
            mano a este fuego. Lo veo muy difícil de extinguirse, he puesto de mi parte
            cuantas diligencias han sido imaginables, nada he conseguido, he sacrificado
            mis intereses y haré el mismo sacrificio de mi vida, siempre que conozca es
            con ventajas hacia mi soberano. Esto no puede pintarse con la pluma, como se
            podría hacer a boca y aún para ello se necesitaría que Vuestra Excelencia hu-
            biese tocado con la experiencia el modo de pensar de estas gentes y su com-
            placencia a la libertad, no sé si Vuestra Excelencia tendrá a mal mi ida a Lima
            que yo suspendería, pero varios conmigo la han juzgado conveniente, para
            que llebando todos los documentos y haciendo yo de mi parte una prolija
            narración de lo que he visto y tocado se avive el socorro además que hay cier-
            tos apuntes que no se puede fiarlos ni se debe a la pluma, aquí el socorro pue-
            de ser mas breve mucho que de esa avisaré a Vuestra Excelencia de todo. Lo
            que ocurra de esta, no se atreven a dar ni un hombre, pues se ha complicado



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