Page 418 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            a resistir sus fuerzas, como ha sucedido a trescientos hombres que salieron del
            Cuzco, los mismos que fueron muertos en la Iglesia·de Sangarará, en la que
            se habían hecho firmes ya que los rebeldes prendieron fuego. Mañana princi-
            pian a marchar algunas compañías por no poderlo ejecutar mucha gente jun-
            ta, siendo óvice para ello la ninguna proporción que hay en los pueblos para
            alojarla y menos para que puedan acamparse, mayormente amenazados de las
            copiosas aguas del invierno. Ultimamente Vuestra Excelencia conocerá con el
            tiempo mis operaciones y notará si he tenido omisión en el particular. Nues-
            tro Señor guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Lampa noviembre 30 de
            mil setecientos ochenta. Excelentísimo Señor, Vicente Oré.— Excelentísimo
            Señor Don Juan José de Vértiz.—
                    Es copia de copia del original.


                    (Firmado) Vicente Oré


                    (Al margen: N° 2.— Carta escrita al Señor Virrey de Buenos Aires por el
            Corregidor de Lampa Don Vicente Oré, hecha en Arequipa a 12 de diciembre).
                    Excelentísimo Señor.— Con fecha de 29 del pasado hice presente a
            Vuestra Excelencia los acaecimientos de la Provincia de Tinta y las providen-
            cias que había tomado para contener al rebelde y defender mi provincia ex-
            hortando a los corregidores de Chucuito, Puno, Azángaro, Carabaya, Arequi-
            pa y La Paz, para que remitiesen los auxilios que pudiesen facilitar, que
            efectivamente los cuatro primeros concurrieron, el de Azángaro, con 500
            hombres, pero desarmados, pues apenas se contaban entre ellos 45 malas es-
            copetas; el de Puno con 160 hombres con igual número de armas; el de Chu-
            cuito con 250 y como 120 fusiles; el de Carabaya no se precisamente el núme-
            ro de gente y armas que traía, pues apenas tuve noticia de su llegada del pueblo
            de Ayabirí, cuasi de huida, pues el traidor le había perseguido al pueblo de
            Santa Rosa en busca de su cabeza. Supe que dicho rebelde se había presentado
            con todo el grueso de su gente al pueblo de Ayabiri, desde cuyo instante solo
            ha reinado la confusión y el desorden, habiéndome visto precisado después de
            hallarme solo a abandonar mi provincia y ya que no me es fácil por hallarme
            enfermo dar a Vuestra Excelencia una puntualísima· razón de todo, remitién-
            dole los documentos originales, por que estos los ha apartado de mi la casua-
            lidad (bien que ya tengo la mayor parte y segura esperanza de unirme con los
            demás) diré a Vuestra Excelencia lo sustancial de los acaecimientos desde la



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