Page 416 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
presencia había hecho sufrir la afrentosa muerte de horca a su Corregidor
Don Antonio Arriaga, suponiendo tener para ello, y para hacer lo mismo con
siete corregidores de las inmediatas provincias, un real orden, en que se ex-
presaban las causas que por entonces en si reservaba. Una noticia de esta clase
me hizo suspender el juicio para darle ascenso, creyéndola hija de algún leve
tumulto de los frecuentes que en estos últimos tiempos se han experimentado,
abultado de boca en boca por las noveleras gentes de que tanto abundan estos
países; pero a las cinco de la misma tarde recibí un expreso hecho desde el
pueblo de Santa Rosa, último de esta provincia confinante con aquella, en que
el Corregidor de la de Azángaro Don Lorenzo Zaia y Zubira que se hallaba en
dicho pueblo actuando la comisión de establecimiento de alcabalas me refe-
ría el mismo suceso autorizándolo el Vicario de dicho pueblo con cartas que
había recibido de dicha provincia y el de Azángaro, se refería a declaraciones
que estaba tomando a un mozo, testigo de la tragedia: recibílas efectivamente
y no me quedó duda de ser cierto el hecho que había creído supuesto. En el
mismo punto principié a dar cuantas providencias creí útiles y conducentes a
la defensa de esta provincia, convocando para ello con títu1o de revista para
no escandalizar inmediatamente sus dos desarmados regimientos de milicias.
Exhorté en la misma tarde a los corregidores de Chucuito, Puno, Azángaro,
Carabaya y Arequipa, pidiéndoles tuviesen pronta su gente para que pudiesen
auxiliar con mi primer aviso. Aumentáronse mis recelos de que pudiese ser
batida esta provincia con las noticias que por horas iba recibiendo y con fecha
de 17 repetí cartas de oficio a los precitados corregidores, en que les pedí el
socorro que con fecha de 16 las había pedido aprontasen. Todos uniformes me
contestaron estaban con la mejor exactitud practicando cuantas diligencias
eran imaginables a fin de remitirlo; pero con la mayor vigilancia y deseo, no es
suficiente en estos lugares aprontar gente armada que pueda defender y ofen-
der, por la absoluta escacez de fusiles escopetas, pistolas y demás pertrechos
de guerra, al presente, 29 de la fecha, sólo han podido practicarlo el de Puno y
Azángaro, pero con tan débiles fuerzas que apenas podrá uno contar ochenta
armas, inclusas las inútiles, que no son pocas entre las de provincias. Tengo
noticia que ya salió el de Chucuito y que el de Arequipa estaba aprontando
algunas lanzas para remitir dos o tres compañías de las milicias montadas de
aquella ciudad. A esta tengo remitidos cinco exhortos y ultimamente un co-
misionado, solicitando ciento veinte y cinco hombres de la tropa arreglada del
Callao que vinieron cuando la sublevación de ella, pero el Corregidor se excusa
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