Page 390 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            rebelde escribió al Señor Provisor y al Doctor Don Vicente de la Puente, Cura
            de la Doctrina de Coporaque. Nuestro Señor guarde a Vuestra Señoría Ilus-
            trísima muchos años. Cuzco y noviembre veinte y cuatro de mil setecientos
            ochenta.— Fernando Inclán y Valdés.— Marcos Antonio de la Cámara y Es-
            cudero.— Miguel Torrejón.— Joaquín Valcárcel.— Ilustrísimo Señor Doctor
            Don Juan Manuel de Moscoso y Peralta.—

                    (Al margen: Carta del Cura de Livitaca a su Ilustrísima)
                    Ilustrísimo Señor.— Señor: Habiendo llegado ayer mi compañero el
            Licenciado Don Pedro Meléndez, quien se demoró por habérsele cansado las
            mulas en el camino, me entregó la de Vuestra Señoría Ilustrísima, su fecha
            diez y siete del corriente; y al punto hice sacar tres testimonios de la declara-
            toria contra el rebelde Tupa Amaro, los que lleva aquél para ponerlos en las
            iglesias de los anexos y el original lo hice fijar en las puertas de esta Matriz,
            declarando su contenido a la feligresía. Por lo que diré después a Vuestra Se-
            ñoría Ilustrísima, se hace por ahora imposible dirigir la carta que me manda
            al Ayudante de Tinta y lo mismo le sucede a dicho mi compañero para entre-
            gar la que Vuestra Señoría Ilustrísima le dió para el Cura de Pampamarca,
            pero esto no estorbará a que ambos estemos a la mira de lograr alguna opor-
            tunidad. No puedo menos de asegurar a Vuestra Señoría Ilustrísima, que me
            ha sido de un gran gozo, que me mande le de mi dictamen sobre los arbitrios
            y medios de aprehender la persona del rebelde. A mi siempre me han estado
            confundiendo las disposiciones que se toman en esa ciudad. No es esto presu-
            mir de mi acierto, será tal vez tener mas conocimiento de los lugares, como
            podré aprobar que siendo esta provincia contigua a la de Tinta, no se asegure
            con la gente de aquí y así se le deje al rebelde el paso franco de ésta y a todas
            las demás que lo siguen? No fuera mejor o que la acometida al rebelde se hi-
            ciese con todo el grueso del ejército por estos lugares, que son llanos y están
            en la obediencia hasta solo dos leguas de la residencia del rebelde, sin que
            medie mas que un río vadeable hoy por todas partes, que no por Quiquijana,
            que es quebrada angosta y en donde hay varias doctrinas sublevadas por éste?
            Pero, cuando hayan razones convincentes, que persuadan esto segundo ¿se
            podrá negar, que habría sido conveniente, que a lo menos la gente de esta pro-
            vincia y la de Chilques, Cotabambas y Aymaraes acometiesen por aquí? Así se
            lograría que la gente de estas provincias no llegase fatigada haciendo el rodeo
            de ir hasta esa ciudad y de ahí, venir a la Provincia de Tinta, debilitar al rebelde



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