Page 383 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
no son menos que la carencia de parte espiritual y maltratamiento que experi-
mentan todos los feligreses a causa del mal manejo con que proceden los más
coadjutores, por la mala conducta que les comunican sus pocos años y menos
experiencia: estos dos motivos son bastantemente suficientes para que Vuestra
Señoría Ilustrísima, atendiendo al honor de Dios, deba sin demora de tiempo
restaurarlos a los curas propios, bien inteligenciado que de lo contrario se
darán algunas otras providencias que precisen a Vuestra Señoría Ilustrísima
a practicarlo. También tengo por conveniente exponer brevemente a Vuestra
Señoría Ilustrísima las causas, que me han obligado ha haber ejecutado el cas-
tigo que hice con el Corregidor que fue de esta provincia y el haber rebatido
las cortas fuerzas, que expidieron contra mí de esa ciudad. No ignora Vuestra
Señoría Ilustrísima las extorsiones que se han experimentado en el reyno por
los corregidores; cuyos padecimientos han sido a todos notorios, como tam-
bién el ningún fruto que se ha conseguido de los innumerables recursos, que
se han interpuesto para obviar tantas temeridades, haciéndose siempre sordos
todos los tribunales, para proveer el remedio correspondiente a cortar este
cáncer tan contagioso. El solicitar pues el alivio, no es contra Dios, porque el
derecho natural de las gentes, ni el mismo Dios lo estorba. En esta atención ni
Vuestra Señoría Ilustrísima, ni ningún otro habrá tenido a mal, el que lo haya
yo defendido y por consiguiente tendrán a bien el que en adelante practique
lo mismo, como lo protesto acreditar, pues aseguro a Vuestra Señoría Ilustrí-
sima, que para defensa de la libertad de tanto cautiverio que se ha padecido,
tengo a mi disposición la mayor parte de gente del reyno, como lo haré ver
en breve, haciéndome presente en esa ciudad, la que en caso de no rendirse
a mis dictámenes la dejaré asolada, lo que podrá Vuestra Señoría Ilustrísima
prevenir a todos, advirtiéndoles que mi ánimo, no ha sido, ni es perjudicar
a persona alguna, ni a sus intereses, sino eximirlos de tanta opresión; por lo
que aún de antemano me llora sangre el corazón al contemplar el que pue-
dan algunos mal aconsejados exponer sus vidas al cuchillo, lo que quisiera,
sino buenamente reducirlos y que no experimentasen el mas leve estrago. Es
cuanto se me ofrece exponer a Vuestra Señoría Ilustrísima en estos asuntos,
reiterando mi obediencia a sus órdenes para cuanto fuere de su agrado. Nues-
tro Señor guarde a Vuestra Señoría Ilustríma los años que deseo. Tungasuca y
noviembre veinte y uno de mil setecientos ochenta. Besa las manos de Vuestra
Señoría Ilustrísima su mas humilde siervo.— Don José Gabriel Tupa Amaro
Inca.
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