Page 381 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
y roto el hueso le dejó pendiente la mano de una lonja de carne y volviendo
para dentro pidió al declarante asegurase con un pañuelo el brazo al pescuezo;
y habiéndolo asi hecho, tomó un chuso o rejón con la mano izquierda, volvió
para la puerta, donde se conservó gran rato peleando y dando varias disposi-
ciones, como el que se escondiesen los cadáveres de los nuestros, para que la
gente restante no se intimidase y otras, hasta que las agonías de la muerte le
hicieron entrar segunda vez a la iglesia, en cuya puerta el Comandante Don
Fernando Cabrera, habiéndose manejado con no menor espíritu, recibió un
golpe de bala que le pasó el muslo y sin embargo, se sostuvo en el·sitio, dan-
do varias órdenes: En esta consternación y estando el santísimo sobre la ara,
acaeció que los indios incendiaron la iglesia por todas partes y al correr Don
Tiburcio de Landa por la sacristía una bala que le entró por una costilla acabó
con sus días; y el Comandante Cabrera, huyendo de las llamas con espada en
mano, en compañía de Don Ramón de Arechaga y Don Diego del Castillo,
acabó de otra que entró por la paletilla; Arechaga de otra que le internó por el
pulmón hasta el corazón, quedó tendido en el suelo; Castillo a pedradas y en
una palabra, el que escapaba de las llamas caía en las manos de los rebeldes;
la mortandad fue universal y sólo libramos el Cura de la Doctrina, sus dos
tenientes, Don Francisco Bernales, trece soldados más y el declarante, sien-
do solamente prisionero dichos Bernales, los demás soldados y el declarante,
porque dejaron libres al Cura y sus ayudantes. Y concluída la acción los lle-
varon a la presencia del tirano, el que al declarante por verlo desfallecido le
mandó ministrar un poco de aguardiente y que con el mismo le untasen las
sienes, .propúsole llevarlo a Tungasuca, donde tenía su frente y se excusó por
la indisposición en que se hallaba de una pedrada que le dieron; .y con motivo
de tomar alimento de que carecía dos dias, le permitió pasar a casa del Cura
con tres soldados de guardia: Después de lo cual entró el rebelde Tupa Amaro
en lo del dicho Cura, trayéndole doscientos pesos,·para que enterrase a los
muertos, asegurándole que no tuviese·cuidado del incendio de la iglesia, por-
que dentro de poco se la pondría mejorada con mucho; y habiendo pasado a
inspeccionar los cadáveres, se lisonjeaba de la muerte de algunos chapetones
y oficiales, avisándoles a los indios sus nombres; y después que el indio se fue
para Pomacanchi, pasaron el Cura y el declarante al cementerio a contar los
muertos y encontraron eran trescientos noventa y cinco, los que estaban ten-
didos en el campo, sin otros tantos que se conceptuaron sepultados entre las
ruinas y cenizas de la iglesia, cuyo arquitrave y techo se vinieron abajo: en este
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