Page 76 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
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            Túpac Amaro. Supongo que este testimonio se dió sin mi citación; y que aunque
            está autorizado de Tomás de Villavicencio, Escribano Público, es todo de letra de
            Don José Vicente, que lo noto para lo que después se dirá. El fin de este testimo-
            nio y de esta undécima respuesta del testigo, no fué otro que el de ostentar Don
            José Vicente las pomposas, fantásticas reflexiones, para que se conozca el paladar
            de genio que tiene dicho Don José Vicente; porque a la verdad, sino se adivina, o
            sino se incuba con mucha molestia, no se puede entender lo que dicen las tales
            reflexiones.
                    Lo que yo he podido entender es una cuenta alegre que hace de la edad de
            Don Felipe Túpac Amaro, por la respuesta de dicha undécima pregunta, en que el
            testigo dice ser de edad de más de setenta años, y que en una hermana suya tuvo .
            Manco Inca, por hijo, al citado Don Felipe. Considere Vuestra Alteza este instru-
            mento de calificación, estos cómputos de años, y estas cerebrinas reflexiones de
            Don José Vicente. Bien se conoce que todo ha sido dirección suya, porque de otra
            suerte hubiera procurado arreglar sus pruebas a aquellas formalidades, que en el
            Derecho se hacen fidedignas.
                    ¿Por qué no produjo esa información ante el Juez de la causa? ¿Por qué no
            la pidió con mi citación, para que yo la reconociese? ¿Por qué este arbitrio de estar
            huyendo de su colitigante, cuando su intervención y su noticia había de dar todo
            el vigor a su prueba? Ya se sabe todo lo que ésto significa; porque de otra suerte,
            al buen pagador no le duelen prendas, ni al litigante que procede con limpieza le
            perjudica, y antes, sí, le aprovecha hacer sus pruebas a cara descubierta, de que re-
            sulta su mayor fe y su mayor esclarecimiento. Conque la tal undécima pregunta de
            un testigo, entre otros, que tendría esa Información, aún permitiéndole su fe, no
            pasa de una imaginación singular, quedando siempre en su vigor el inconveniente
            fundado de que Don Felipe Túpac Amaro, que apenas había nacido el año de mil
            quinientos cuarenta y cuatro, no pudo tener entonces hijo y nietos; y por consi-
            guiente que la Real Cédula de primero de Octubre de mil quinientos cuarenta y
            cuatro es falsamente subrogada en ese imaginario Don Juan Tito Túpac Amaro,
            hijo supuesto de Don Felipe.
                    Pero no es menester más que ver el testimonio de dicha Real Cédula, pre-
            sentada a fojas diez y seis, cuaderno segundo; que aunque tiene los vicios de ser
            testimonio de testimonios, hace prueba contra quien la produce. Ya he dicho y
            vuelvo a decir que esta es una Real Cédula, librada a favor de Don Alonso Tito
            Atauchi, sin que se haya hecho otra cosa que copiarla, mudando el nombre de
            Don Alonso Tito Atauchi en el de Don Juan Tito Túpac Amaro. Tan cierto es ésto



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