Page 658 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen  1
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            riquezas aunque sea con perjuicio de tercero, y traspasando los términos de
            la justicia. Con esta idea se ha apropiado las rentas de todas las iglesias; cre-
            yendo quizá que como le costó tan cara la mitra (según el mismo Ilustrísimo
            lo decanta), ha adquirido el más perfecto dominio sobre dichas rentas, desti-
            nadas al culto divino y al reparo de los templos de su diócesis; de lo cual entre
            otros tenemos el más verídico testimonio en el curato de Maranganí, anexo
            del de Sicuani, en la Provincia de Tinta. La iglesia de aquel Pueblo se halla
            sin tejado, cuando de paso para el Cuzco transitó por allí el Señor Moscoso
            el año de 1779, y tan indecente por consecuencia, que retrae la devoción de
            los fieles, e impide en tiempo de lluvias la práctica de los Divinos Oficios. Su
            ilustrísima aparentando un gran celo, manifestó vivos deseos de reparar la
            iglesia, y para ello se informó de sus rentas y fondos. Supo que en poder del
            Cura Doctor Don Antonio Martínez, existían cuatro mil pesos pertenecientes
            a su fábrica, y se apoderó de ellos, ofreciendo techar dicha iglesia y decentarla;
            pero aunque han intermediado más de tres años, hasta ahora está como esta-
            ba. Y si esto hace su Ilustrísima con los fondos de una iglesia arruinada que
            los necesita todos, y aun más que tuviera para su edificación, déjase discurrir
            lo que ejecutará con las otras más opulentas, y que no necesitan reparo. Más
            lo gracioso es que, no obstante estar a la vista en este procedimiento y otros
            su desmedido apego al oro y a la plata, quiere ostentarse el Señor Moscoso
            dotado de una generosidad la más honrosa, como lo acredita la «Gaceta de
            Madrid» de 15 de Junio de 1781 en que se avisó al público: que, con las Cartas
            recibidas a la sazón del Señor Areche, habían llegado varias instancias de al-
            gunos principales vasallos de este Virreinato, ofreciendo a los pies del Rey sus
            bienes y rentas para la Guerra contra la Gran Bretaña; añadiendo que entre los
            que se distinguían en sus ofertas era uno este Rvrendo Obispo, que por sí, y a
            nombre de su prima Doña Angela Orozco y Peralta (madre de Don José Anto-
            nio Borda) ponía a disposición de Su Majestad 12,000 pesos que anualmente
            goza de patrimonio, y el sobrante de sus rentas episcopales. Un ofrecimiento
            de esta naturaleza y tan circunstanciado. ¿quién había de creer que fuese hi-
            pócrita, y de puro cumplimiento y ceremonia?; pues tan lejos estuvo de ser
            sincero, como Su Ilustrísima estaba y está de cumplirlo, como lo patentiza
            esta reflexión. El Señor Moscoso ofreció lo que se ha dicho para la Guerra con
            los Ingleses; poco después ocurrió aquí la de los Rebeldes, y con los crecidos
            gastos de ella se agotaron los Caudales del Erario Real; de modo que ade-
            más de haberse empeñado frecuentemente la palabra del Rey, solicitando



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