Page 662 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Oficio de visita de Jorge de Escobedo
contrayéndome sólo á los que por mí han pasado, segun la constitucion en que
hallé este reino.
Era ésta tan crítica y desgraciada como acreditan los tristes sucesos
que desde principio del año de 80 empezaron á turbar la serenidad de las
provincias, y por no recordar ahora el dolor de aquellos estragos, bastará decir
que, trastornado todo el reino, gemia entre los recelos de una fingida recon-
ciliacion y los daños y perjuicios que ya habian causado la destrucion de ha-
ciendas, mineras y poblaciones, y la mortandad inexplicable de todas castas,
con lo que el comercio estaba sin giro, las minas desamparadas, la agricultura
sin manos, y todos los ramos del Erario entorpecidos por la falta de entradas,
y aniquilados por los gastos que estas mismas novedades ocasionaron, obli-
gando á los crecidos empeños que se añadieron á otros más antiguos, despues
de haber agotado todos los arbitrios que daban las cantidades acopiadas, ó por
liberalidad de los donativos, ó por lo privilegiado de sus destinos, ó por el gra-
vámen del premio con que se reconocieron en la renta de tabacos sus impo-
siciones; y siendo evidente que en tales circunstancias nada sería ya lo que se
habia trabajado, y que si no se reanimaba con muchos esfuerzos la comision,
quedarian frustrados sus objetivos, y el reino en mayor confusion y atraso, fué
ésta la época en que S. M. se dignó confiarme unos encargos que áun en otro
tiempo más sereno eran delicados, y en todos excedian la debilidad de mis
talentos.
Se informa de las turbaciones del reino, la crítica constitucion en que se
hallaban, y los medios con que ganando el ánimo del Virey, y siguiendo éste los
dictámenes que se le dieron, se consiguió la prision y castigo de todos los trai-
dores, y se aseguró la tranquilidad, atajando en tiempo algunos movimientos
que ocurrieron.- Este fué el temor con que entré en esta capital el año de 82,
hallándola llena de disgustos y ahogos por la falta de caudales y otras ocu-
rrencias, y aunque todas fueron venciéndose felizmente, mereció mi principal
atencion el punto que entónces ocupaba toda la del Gobierno, que era el de la
pacificacion del reino, y por eso, ganando la confianza del jefe que lo manda-
ba, empecé á inspirarle los medios de asegurarlo, y fué el primer fruto de mis
tareas y consejos la venida de los dos sobrinos del principal traidor, que ya han
caminado á España, y entonces avisé á V. E. con el núm. 40.
Bien advertí yo que no era esto todo lo que faltaba para afianzar al Rey
estos dominios; pero el indulto concedido ántes de mi venida á los delincuen-
tes, y el estado en que todo se hallaba, ofrecia no pocas dificultades á la pri-
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